Más allá del Atlántico, un Gasol pelea contra otro en la pugna por un anillo que no tiene nada que ver con el tesoro de Gollum. Es baloncesto y es NBA. El mismo reino en el que «La Barba» intenta robarle el reconocimiento de jugador más valioso a Westbrook, a base de fintas imposibles y canastas que parecen lanzadas con metralletas de máxima precisión.
Ourense no es Houston, ni siquiera la casi fronteriza San Antonio. Aquí el playoff no otorga joyas de esas que lucen los estudiantes americanos en los bailes de graduación. Es más, por lo que hemos podido vivir, el triunfo en las eliminatorias ni siquiera equivale ya a una plaza en la categoría superior, aunque seguramente seguiremos trabajando en ello. ¿Se decía así?
Nuestro COB, el de Gonzalo García de Vitoria, nos dio aquellos momentos gloriosos, en los cuales con el espíritu de los novecientos de Lugo parecía posible llegar a cualquier parte. Eso sí, al llamar a la puerta de la ACB preguntaron dónde estaba la pasta y se fastidió el invento.
Toca conformarse con volver a esas series cara a cara, por tercer año consecutivo. La clasificación está casi hecha, salvo debacle en Lleida, pero nunca se sabe, lo de las canastas es veleidoso. Por el camino tocó además lidiar con el temita de Fran Guerra y su desplante hacia el técnico. En el seno del vestuario harán piña en aras de la profesionalidad y de la convicción de cumplir con una legión de aficionados que siempre se ha mostrado fiel, al mejor nivel de la categoría. Porque la de Ourense es plaza de baloncesto como se demuestra a la hora de la verdad, cuando de verdad hay que meterlas.