Las claves forenses del crimen de Milia

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Uno de los especialistas asegura que ninguno de los cuchillos recuperados por la policía es el arma homicida y otro explica que el farmacéutico no pudo defenderse

27 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de cal y otra de arena para el acusado del crimen del farmacéutico Tomás Milia. Alexandru Luca, que en la tercera sesión de la vista oral de la Audiencia Provincial de Ourense compareció ayer algo más tarde, no dio más explicaciones sobre lo que ocurrió esa noche tras haberlo contado todo o casi todo a la policía. Ahora, en el juicio, hablan las pruebas. Y el cadáver de la víctima.

Los forenses que examinaron el cuerpo, los facultativos que realizaron el informe sobre los restos biológicos y de ADN aportaron ayer su opinión de expertos al tribunal. Y alguna fue demoledora para las tesis de la acusación. «Vimos todos los cuchillos que nos pasó la policía pero ninguno creemos que puede ser el arma homicida», sentenció el forense que examinó las armas. Tampoco el que la policía recuperó de un contenedor próximo a la vivienda de la víctima y que supuestamente tiró el acusado dentro de una bolsa de farmacia que contenía también guantes. Por sus características morfológicas y por el tamaño de la hoja pudiera coincidir, pero el forense Serrulla lo descartó porque este cuchillo estaba hecho de hierro y plomo, mientras que las partículas metálicas que aparecieron en las heridas que la víctima tenía en el cuello -y que le causaron la muerte- eran de hierro y zinc, materiales que aparecen de forma convencional en una navaja, según dijo.

Normalmente, abundó, las partículas que aparecen en las heridas incisas proceden del arma homicida. Si pudieran ser de la cadena que el farmacéutico tenía incrustada en una de las heridas lo negó también el médico. «Las cadenas normalmente no están formadas por hierro y zinc». Esos metales, corroboraron desde el instituto de biología de Madrid que examinó una muestra de piel de la víctima y los cuchillos, estaban presentes en las heridas y la composición de los objetos cortantes era distinta.

Un giro matizado

Lo que pudiera ser un giro espectacular en el juicio quedó mitigado después con las apreciaciones del experto que realizó las pruebas del ADN, cotejando las muestras enviadas de prendas y enseres de aseo de la víctima y del acusado. El inspector del laboratorio coruñés que realizó estas pruebas concluyó que en una mancha de sangre que había en el pantalón del acusado había perfil genético de Milia y de Luca, aunque matizó que podía deberse a causa de rozamiento.

En el cuchillo recuperado en el contenedor también se encontró perfil genético de la víctima en el mango y en el filo; asimismo, apareció en los guantes que estaban en la misma bolsa, tanto de la víctima como del acusado. En la caja de guantes de látex ya se había identificado una huella del acusado, según refirieron agentes de la Policía Científica la jornada anterior.

Algunas de las identificaciones de ADN sobre las muestras fueron parciales, pero con marcadores suficientes -son necesarios al menos siete- para que puedan tener valor identificativo, apostilló el inspector. Las muestras se tomaron, en el caso del acusado, de una maquinilla de afeitar y de dos cepillos de dientes que se fueron a buscar a la celda del preso preventivo en la prisión de Pereiro. Alexandru Luca no dijo que fueran suyos, pero así lo manifestó su compañero de celda. Por lo tanto se califican como muestras atribuidas al acusado.

Varios policías, acompañados por la secretaria judicial según declaró uno de ellos en la vista oral de la Audiencia a preguntas de la defensa, acudieron un día a recoger estos objetos, ya que el sospechoso se negó durante la instrucción a facilitar voluntariamente que le tomaran muestras personales.

El agresor pudo atacar por la espalda o sujetar a la víctima

La de ayer fue una sesión marcada por los problemas de sonido y técnicos derivados de las conexiones por videoconferencia, por lo que los peritos tuvieron dificultad para oír las preguntas del fiscal y abogados. Uno de los aspectos que salió a relucir -y que puede agravar la condena del acusado- es si el farmacéutico tuvo oportunidad de defenderse.

La autopsia reveló que no había signos de defensa, dijo uno de los forenses. La muerte se pudo producir entre las 21.00 y las 23.00 horas, con un margen de dos horas. Las heridas que tenía el cuerpo -que parecía haber sido colocado y no arrojado sobre la bañera- revelaban que la víctima pudo moverse una vez tenía el hierro ya clavado, porque eran cortes irregulares, con entrada y salida diferente. La tercera herida, en el abdomen, se produjo con Milia ya muerto, advirtieron los médicos. El autor de la autopsia no observó olor a lejía ni que el cuerpo estuviese mojado. La impresión de los especialistas es que, aunque hubo forcejeo antes de la muerte pues el cadáver tenía contusiones por golpes directos, la víctima pudo ser agredida por la espalda o ser sujetada con el antebrazo mientras el atacante agarraba el cuchillo con la mano derecha para clavárselo rápidamente en dos ocasiones en una zona vital, sin necesidad de hacer demasiada fuerza, dijeron los peritos. Un aspecto que puede condicionar la acusación por homicidio o por asesinato.

Otro forense relató cómo fue la lesión del policía herido en la fuga de Luca: un esguince leve pero que puede dejar molestias.