Prueba contundente con alguna duda

Maite Rodríguez Vázquez
MAITE RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

miguel villar

Las acusaciones ven clara la culpabilidad del joven Luca en la muerte de Milia y la defensa se agarra a los flecos de la causa

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue uno de los sucesos más sorprendentes de la normalmente tranquila capital ourensana. El crimen del farmacéutico Tomás Milia (72 años), apuñalado en su céntrico piso de Ourense, despertó a los ourensanos la mañana del 5 de octubre del 2013, con olor a humo. Entre las cenizas del piso, los bomberos hallaron a la víctima. La policía ya había detenido al presunto autor, por otros comportamientos erráticos y presuntamente delictivos. En comisaría, el joven rumano de 19 años confesó. Esta semana, Alexandru Luca, tres años y medio después del crimen se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Ourense, en uno de los juicios del año.

¿El acusado fue el único sospechoso?

Él mismo se incriminó con su confesión en comisaría. En el juicio, dijo al final que declaró ante la policía porque le habían dado una paliza. Era la primera vez que hablaba después de tres años. Nadie le vio ninguna señal de golpes. Lo que dijo a la policía coincidió con lo que se fue probando. El relato de los hechos en las conclusiones del fiscal se mantuvo casi como él lo contó al principio: mató a Milia por una discusión por dinero tras un servicio sexual. Le dio tres puñaladas, dos de ellas mortales en la yugular, tras ir a por un cuchillo en la cocina. Tiró el arma blanca a un contenedor, con unos guantes que luego hallaría la policía y volvió al piso para prenderle fuego y borrar huellas. Milia estaba casado con un hombre con el que ya no convivía. Familiares relataron que se quería divorciar y que se sentía amenazado por su cónyuge. Este dijo que la relación era buena. La presidenta del tribunal zanjó la sospecha. No era el momento procesal oportuno.

¿Qué pruebas se aportaron contra Luca?

El acusado se acogió a su derecho a no declarar, tras decir que no era culpable. Un testigo lo vio en el edificio a la hora supuesta del crimen. Hirió a un agente que registraba su coche con relojes robados a Milia, la policía encontró un cuchillo con ADN de células de la sangre de la víctima y una huella del acusado en la caja con guantes. Al volver a la casa a las cinco de la mañana, el acusado fue sorprendido huyendo con más cuchillos y una bolsa con ropa ensangrentada. La única contradicción aparente surgió de la composición de los fragmentos metálicos en las heridas de la víctima, hierro y zinc, que no coincidían con el de la supuesta arma homicida, hierro y cromo.

¿A qué penas se expone?

La fiscalía pide un total de 33 años, 14 por homicidio, 6 por incendio, 3,6 por robo violento y tres por atentado. Una acusación particular, apreciando asesinato, sube a 49. La defensa, la absolución, buscando lagunas en las declaraciones. El tribunal ya delibera antes de dictar la sentencia.