Camilo Álvarez: «Ahora la gente se cohíbe al coger el coche, bien por la crisis o por los controles»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Varios párkings de la capital ofrecen sus servicios las 24 horas del día con personal propio

27 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Están abiertos los 24 horas del día. Y, aunque no lo veas, dentro siempre hay alguien. Son los párkings de la ciudad que ofrecen servicio de noche. Bajo la plaza de san Antonio de la capital se encuentra el Avenida de Buenos Aires. Un desahogo para los conductores que transitan por el centro de la capital durante el día y un lugar donde dejar el coche en las horas nocturnas.

Es lunes, un día tranquilo en la capital, y hace una hora de Camilo Álvarez Vázquez empezó el turno de noche. Él se encarga de sustituir a la persona que normalmente ocupa este horario en la empresa. Trabaja en el párking desde que se inauguró, hace 16 años. Por eso está tranquilo, tiene todo bajo control. Pocos coches entran y salen a esa hora del aparcamiento privado, pero siempre hay que estar alerta. Para eso está el servicio 24 horas, para que el cliente no encuentre ningún problema al entrar o salir del párking.

«Los días de la semana son muy tranquilos, la cosa se complica los fines de semana», explica. Aunque las cosas ya no son lo que eran. Camilo recuerda años en los que llegaba el fin de semana y había que cerrar el aparcamiento porque todas las plazas estaba ocupadas -hay un total de 250-. Eso ya no ocurre. Es, afirma, una consecuencia más de la crisis económica. «Bajó mucho en los últimos años. Antes los sábados estaba a tope. Ahora la gente se cohíbe a la hora coger el coche, bien por la crisis o por los controles de alcoholemia», afirma. Pero han tenido que adaptarse a las circunstancias. Por una parte, ajustando precios para ser más competitivos. «Tenemos las mejores tarifas del los aparcamientos privados del centro», subraya. Y, por otra parte, abriendo nuevas posibilidades. Por ejemplo, desde hace meses el párking de Avenida de Buenos Aires tiene un convenio con los hoteles NH y Francisco II, por el que los huéspedes que viajan en coche pueden utilizarlo a un precio módico. Es cuestión de adaptarse a las circunstancias mientras la situación no cambia.

Camilo Álvarez entró a las diez de la noche y saldrá de su puesto de trabajo a las seis de la mañana. Durante este tiempo está entretenido, trabajando, aunque el paso de vehículos sea más bien escaso. «De noche tenemos que hacer cosas. Hay para entretenerse: recargar las máquinas, los cajeros y hacer una limpieza general al párking. Se invirtió en el aparcamiento con la colocación de máquinas buenas y el trabajo es menor. Pero a veces hay clientes que se acercan al despacho porque no tienen cambio o porque no le coge un billete de 50. Solo hay que estar atento», dice. También a las diferentes cámaras de vigilancia que se encuentran en el recinto. La experiencia hace que cada vez las horas nocturnas se le pasen más rápido, casi sin darse cuenta, aunque destaca: «Lo que está claro es que la noche es para dormir, pero acabas acostumbrándote. Es un trabajo rutinario». Algunos de los clientes que utilizan este aparcamiento llevan haciéndolo desde su apertura. Son los abonados. Con ellos, afirma Camilo, la relación es ya de amistad.

Pero no siempre todo es tan tranquilo. Los fines de semana a veces se complica el trabajo. La templanza es el mejor aliado. «Los fines de semana encuentras a todo tipo de gente. Los hay bebidos que te faltan, pero lo que tienes que hacer es pasar y no darle importancia», subraya. También los hay, explica, que se quieren ir del párking sin pagar: «Una vez uno se puso justo detrás de otro que salía y aprovechó para acelerar antes de que se bajase la barrera. En este caso se anota la matrícula, se denuncia y ya está. Los hay que dicen que ya pagaron, y no es así, y también los que vienen con el coche rascado y dicen que fue aquí. Entonces se revisan las cámaras y listo».

Aunque pocas veces ha tenido que llamar a la policía local, sí que ha sido necesaria su presencia. «Los tenemos que llamar cuando, por ejemplo, hay roces entre dos coches y no se ponen de acuerdo o cuando hay alguna pelea, sobre todo de gente que viene de fiesta», explica. No ha sido víctima de robos y afirma que, en general, Ourense es una ciudad tranquila. Antes, a cierta hora, bajaban las persianas y a partir de la madrugada había que timbrar para entrar. Ahora ya no lo hacen.

«Está claro que la noche es para dormir, pero acabas acostumbrándote, es una rutina»

«Los fines de semana encuentras a todo tipo de gente. Pero es una ciudad tranquila»