El área de la felicidad no descansa

Cándida Andaluz Corujo
Cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

La zona de partos del hospital es el único lugar del edificio en donde no se trata a enfermos

03 jun 2017 . Actualizado a las 18:02 h.

En el servicio de Obstetricia y Ginecología del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense existe un área en donde la vida no pasa, llega. Es la zona en donde las mujeres dan a luz. El lugar en donde se viven los momentos más felices de cualquier persona, de aquellos que son padres, abuelos, tíos... Y, como en la mayoría de las ocasiones es difícil programar el momento exacto, en este rincón de la primera planta del CHUO están siempre esperando. Es el área de partos.

Es medianoche de un jueves muy tranquilo. Al entrar ya se nota que es una jornada sin estrés. En diferentes estancias de un largo pasillo, matronas, auxiliares, enfermeras y celadores están a la suyo. De repente, se oye una alarma. En una de las habitaciones está una mujer embarazada. Acaba de venir directamente de Urgencias y están haciéndole diferentes pruebas. En el turno de hoy están, entre otras, las auxiliares Beni Santiso y Rosa Vázquez, la enfermera Ángeles Bernárdez y las matronas Paula López Fraiz y Noemí Llamas Iglesias. Explican que la noche anterior fue muy movidita, con varios partos, y que hoy se espera que sea de esas de larga espera. Mientras hablan, entra un anestesista y en un tablón del despacho apunta el nombre del profesional que estará de guardia, por si es necesario hacer una llamada de urgencia. Saluda y se va.

«El trabajo que realizamos por la noche y por el día es el mismo. Pero por las mañana hay registros programados con mujeres que están a punto de parir. Las contracciones dan a cualquier hora pero por la noche la oxitocina, que es la hormona que desencadena el parto, tiene oscuridad y falta de ruido, dos factores que hacen que actúe. Por eso hay más alertas, que no quiere decir que haya más partos», explica la matrona Paula López Fraiz.

Otra mujer acaba de llegar al área. Viene de planta y tiene contracciones. Tras las pruebas oportunas, regresa a la habitación. No ha llegado la hora, falsa alarma. «El tiempo se pasa charlando, comentando cosas. Es mucho mejor tener algo que hacer. Las mujeres que están en planta las tenemos apuntadas y es el celador el que las sube y baja cuando es necesario. Al llegar aquí lo primero que se hace es atenderlas, bien una enfermera o matrona, y evaluar su situación. Si hay parto, la duración depende de cada persona. A veces, cuando se juntan varias a la vez, es un poco más complicado», explica Rosa Vázquez.

Junto a las mujeres casi siempre va un acompañante y, aunque parezca contradictorio, las profesionales subrayan que es mejor que sea el padre del bebé que la futura abuela. «Cuando la mujer va a dar a luz necesita estar muy concentrada en lo que hace, consciente de su parto. Las parejas están al lado animando y siempre con un sentimiento de alegría por la llegada de su hijo. Algunos lloran mucho. Las madres de las embarazadas sufren más por sus hijas. En un primer momento están más preocupadas por el dolor que sienten, que por el nacimiento del bebé. Solo ven a la hija que está sufriendo. Es natural», comentan.

Casi todas llevan muchos años trabajando en este servicio. Y cuando se les pregunta por una noche especial para ellas, les cuesta recordar, porque todas tienen algo diferente. «Recuerdo una noche en la que había tantas mujeres de parto, que alguna estaba dilatando en la zona de despertar. Una de pie en una esquina y otra en otra esquina porque no había sitio... Incluso una sentada en una papelera. Fue horrible, fueron ocho a la vez. Pero no es habitual», relata Beni Santiso.

Sin embargo, son conscientes que trabajan en la parte más «amable» del complejo hospitalario. «Bueno, cuando llegan se están quejando de dolor y no están tan felices, pero nosotros -habla la enfermera Ángeles Bernárdez- las recibimos cuando despiertan y ya no les duele. En ese momento, cuando ya ven a su hijo, es la parte más bonita. Hay chicas que se ve que tienen mucho dolor y están muy mal, pero que cuando ven a su bebé todo cambia. Se olvidan de lo otro». Y añade la matrona Noemí Llamas Iglesias: «Es que nosotros no trabajamos con enfermos». Todas coinciden, sin embargo, que cada vez los partos son más complicados porque las mujeres son madres más tarde. «No es lo mismo una chica de 25 años que una de 40, cambia mucho y les cuesta más», dice Rosa Vázquez.

El trabajo de noche también pesa a las profesionales. Dicen que con la edad, más. Y, aunque se complique, prefieren estar ocupadas que esperando. Por eso, siempre que suena una alarma y atienden a una mujer que llega de planta o de Urgencias, se preparan para ser un protagonistas más de uno de los momentos más destacados de la vida de cada uno de los nuevos ourensanos.

«Una mujer necesita estar concentrada y ser consciente de su parto»

«Hay chicas que dan luz con mucho dolor y cuando ven a sus bebés, todo cambia»