«Mandábamos turrones y nueces a la familia del cantante Julio Iglesias»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Luis Mato, de 65 años y recién jubilado, trabajó en la confitería Arva desde 1978

27 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la conocida confitería Arva, el legado de Luis Mato no termina con su jubilación. A sus 65 años, el pastelero muestra su satisfacción porque María del Mar, compañera en el obrador durante más de quince años, haya tomado el testigo para seguir adelante. Arva va mucho más allá de Ourense y transporta tradiciones de la provincia a Madrid o incluso países que están al otro lado del charco, como los Estados Unidos. Por ejemplo, con el turrón de licor café. Fueron unos pioneros en su elaboración, allá por el año 2009. «En su momento nos lanzamos porque ya hacíamos turrones de whisky. Y nos dijimos: ¿Por qué no? Ya hace más de una década que empezamos y siguen teniendo tirón. De cara a esta Navidad, por ejemplo, aún hubo gente que llamó desde la capital para preguntar por ellos, por si seguíamos haciéndolos», dice Mato.

Ese turrón de licor café explica la filosofía de Luis y, en extensión, de Arva. Siempre optaron por combinar lo clásico con ideas de nuevo cuño. Mato comenzó trabajando como pastelero en Silleda, cerca de su Lalín natal. Y conocer a su mujer, Belén, lo condujo a Ourense en agosto del año 1978. Luis recuerda la fecha como si aún fuese ayer, porque fue como «chegar e encher». Estuvo a prueba un par de días en una pastelería que no le convenció hasta que se decantó por aceptar trabajo en otra sin saber que sería el último, porque nunca más se marchó de Arva. Desde entonces ha pasado mucho tiempo, tanto como buenos recuerdos. «La sensación de jubilarme ya la tenía mentalizada, digamos», indica Mato. Ahora, pasa parte de su tiempo libre cuidando los viñedos que tiene con su familia en San Cristovo de Armariz, en el corazón de la Ribeira Sacra. «Me voy a dedicar más a estas cosas. Me gusta mucho estar en el campo, la tranquilidad y cosas como escuchar a los pájaros... Y de vez en cuando, aprovecharé para mandarle a mis amigos un par de botellitas de vino», agrega.

Atrás queda Arva, un local que en su época llegó a ser una especie de hospital de campaña para los heridos que retornaban a la ciudad tras tomar parte en la guerra de Cuba, y también una fábrica de caramelos. Es una de las múltiples particularidades del negocio, que llegó mucho más allá de la ciudad de As Burgas por el boca a boca. Por ejemplo, a la embajada española en Nueva York, por mediación de algunas amistades comunes, se enviaba su famosa anguila de mazapán. Y la familia del cantante Julio Iglesias, a través de conocidos en el municipio de A Peroxa que ejercían de intermediarios, también solicitaba materia prima de la pastelería ourensana. «A ellos les mandábamos pasteles, turrones y nueces, por ejemplo», dice Mato.

Cada día, desde que entró en Arva, Luis se levantaba a las seis de la mañana para ponerse a funcionar en torno a las siete. También en domingos y festivos, días de más afluencia. «Son los más importantes, siempre», aclara. En Arva no trabajan con bollería y ahí Mato hace una distinción en lo referente a los horarios. Quienes sí producen y distribuyen para la hostelería suelen levantarse a las tres o cuatro de la madrugada para poner en marcha los hornos y que los productos lleguen a tiempo para los desayunos de primera hora. «En nuestro caso, como no explotamos esa vía, entramos más tarde y solemos acabar sobre las dos de la tarde, con la excepción de las fiestas de Navidad, cuando también se hacen horas de tarde porque hay más pedidos y todo cambia», razona.

Él dice haber disfrutado mucho estas vivencias, aunque desliza que también deseaba recuperar algo de tiempo para sí mismo, y desconectar un poco. No lo ha hecho del todo, porque tras su despedida de Arva ha estado echando una mano a María del Mar en una especie de transición suave hacia el cambio de manos en el obrador. «A ella, que se formó en la escuela de hostelería de Vilamarín, se le da muy bien el chocolate, por poner un ejemplo», indica Mato.

Durante el estado de alarma por la primera ola del coronavirus se cerraron las puertas de Arva durante más de 60 días. Como muchos en la provincia, no recuerda haber vivido nunca antes un año tan peculiar, tan extraño. En parte, por la dificultad de bajar la persiana al descender el número de clientes diarios. Y por otro lado, precisamente por la pérdida del contacto con personas del día a día, gente que más allá de acudir a Arva para hacer algún tipo de compra también implicaba conversación. En definitiva, vida y bullicio. Luis se muestra optimista con respecto a lo que vendrá, porque piensa que Arva se ha ganado el respeto y aprecio de los clientes por haber apostado por la vía artesanal. «Si se conoce a esta pastelería es por la calidad de sus productos, y estamos muy orgullosos», dice Mato.

El día de su jubilación, el pasado 1 de diciembre, la ciudad de Ourense estaba todavía sometida a las restricciones con el cierre perimetral, y la propia situación sanitaria no invitaba a celebrar nada, así que por ahora ha pospuesto el festejo por su despedida hasta que todo mejore. «Para el año que viene, si cambia la cosa y es posible hacerlo, lo intentaremos», dice.

QUIÉN ES

DNI. Luis Mato Vilela nació en Lalín en el año 1955 y se asentó en Ourense en el 1978, tras conocer a su mujer.

Su rincón. Elige la entrada a la confitería Arva, donde trabajó sin descanso desde que llegó a la ciudad de As Burgas. Se jubiló el pasado 1 de diciembre, dando el relevo a su compañera María del Mar Moreiras.