El Ministerio de Transportes y el ADIF no prevén terminar la línea de alta velocidad a Galicia

Xosé Carlos Fernández Díaz INGENIERO TÉCNICO DE OBRAS PÚBLICAS

OURENSE CIUDAD

Obras de la entrada del AVE a Ourense por la carretera N-525
Obras de la entrada del AVE a Ourense por la carretera N-525 Santi M. Amil

28 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La importancia de la publicación el pasado día 16 de octubre en el BOE de la licitación de la ejecución de las obras de la nueva estación intermodal de Ourense, conociendo que una vez se disponga de los trenes Avril será una estación de paso para la mayoría de viajeros de la Galicia costera, debería limitarse al ámbito local de la ciudad de As Burgas.

Pero la lectura del pliego de cláusulas administrativas de la licitación revela que estas obras afectarán negativamente a toda la comunidad de Galicia al explicitar, de modo inequívoco que —además de mantenerse el ancho ibérico entre Ourense y Santiago más allá del 2030— no se halla en la intención del ADIF finalizar la línea de alta velocidad de Olmedo a Santiago, sino dejarla con un tramo de 7 km de vía única mixta (triple carril), entre Seixalbo y Ourense, constituyendo un cuello de botella y una vergonzosa chapuza al tratarse de un tramo proyectado hace ya casi cien años para las locomotoras de vapor, con curvas de 350/400 metros que impiden la circulación a más de 90 km/hora.

Lo anterior se puede conocer y comprobar, por cualquiera que acceda a la documentación contractual, que incluye el plano de vías de la futura estación de Ourense. El ADIF prevé finalizar la estación en el 2030 (73 meses de obras) y a su término seguirá contando, como acceso desde la Meseta, con la vía única (habilitada en el 2021 para los dos anchos) que funciona desde 1957 entre Seixalbo y Ourense. Es decir, no contempla el segundo tramo (Seixalbo a Ourense) más próximo a la ciudad, con doble vía y ancho internacional como está proyectado entre Taboadela y Ourense.

Dejar este tramo sin terminar no es una cuestión de eventual ganancia de tiempo, que no llegaría a los cinco minutos, sino que se trata de la permanencia de un «tramo negro» de 7 kilómetros, en una línea de alta velocidad definida y proyectada de 418 km., en la que además de problemas operativos se perpetúan problemas de seguridad, tanto física (no es una línea de alta velocidad), como de servicio: la eventual avería de un tren o deterioro en la línea, por la que seguirán circulando trenes de mercancías, ocasionaría la paralización, el corte de la circulación y el aislamiento de Galicia durante la incidencia. Problema anunciado por la exsecretaria de Estado el pasado 16 de diciembre en Ourense, por lo que mantener el trazado antiguo constituiría una chapuza y una irresponsabilidad.

Como no cabe pensar que en la propia empresa administradora sus departamentos de proyectos y obras actúen descoordinadamente, el ADIF y el Ministerio de Transportes deben explicar a qué obedece el intento de prescindir de este 1,5 % del nuevo trazado, y qué razones alegan para no cumplir la promesa efectuada por un alto cargo ministerial que anunció la licitación de las obras en el segundo semestre de este año 2023.