Alquilaron un piso en O Barco «en perfecto estado» y cuando se marcharon un año después no tenía ni las bisagras de las puertas

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE

OURENSE CIUDAD

Imagen de archivo del exterior del edificio judicial de Ourense
Imagen de archivo del exterior del edificio judicial de Ourense M. FERNÁNDEZ

La jueza condena a la pareja por un delito de daños y los obliga a pagar casi doce mil euros entre multas e indemnizaciones

03 ene 2024 . Actualizado a las 16:20 h.

«En perfecto estado de conservación y plena habitabilidad e idoneidad». Así estaba el piso que una pareja alquiló en la calle Río Miño de O Barco en el mes de enero del año 2020. Doce meses después, cuando entregaron las llaves a su propietaria, la situación en la que se encontraba la vivienda era para llorar. Tenía daños en la tarima y los rodapiés, las lámparas habían sido arrancadas, así como las bisagras de las puertas y las manillas. Las persianas y las ventanas estaban rotas, faltaba el vidrio de la mesa del salón, habían destrozado las mamparas de los baños y desmontado los armarios empotrados y, por si eso fuera poco, había evidencias de mordeduras de perro continuadas en las sillas de la cocina. 

La dueña de la casa acudió de inmediato a denunciar a sus dos inquilinos y, además, avisó a un perito para que revisara la vivienda e hiciese una valoración de daños. El asunto acabó en los tribunales. José C. T. y Ana P. C., la pareja que había ocupado la casa durante los doce meses del 2020, abonando una renta mensual de 325 euros, se sentaron en el banquillo de acusados para responder de un delito de daños, sin embargo ninguno quiso cargar con la responsabilidad.

Primero aseguraron que la casa ya estaba «bastante perjudicada» cuando entraron y luego trataron de echarse la culpa el uno a la otra. El investigado declaró en la sala de vistas que ella era muy agresiva y que le daba por tirar las cosas de la casa y por darle patadas a las puertas. Explicó incluso que había llegado a hacerle dos brechas en la cabeza al lanzarle objetos del piso.

Ella, por su parte, alegó que su novio tomaba drogas y bebía alcohol y, cuando estaba bajo los efectos de esas sustancias, destrozaba el piso. Los abogados, por su parte, pusieron sobre la mesa otra hipótesis: los daños podrían deberse a un simple mal uso, y no a algo intencionado.

Pero la magistrada cree que las pruebas apuntan hacia otra realidad. En cuanto a la situación en la que estaba la casa, advierte que los acusados firmaron un contrato en el que se recogía que se encontraba en buen uso, por lo que no parece razonable que ahora intenten asegurar lo contrario. Además, dijeron que entraron a vivir con ellos dos menores de edad, por lo que a la magistrada le cuesta concebir que dieran el paso de hacer la mudanza si el piso no estaba en condiciones de habitabilidad para los menores. Que pagaran una renta de 325 euros al mes supone, a juicio de la togada, otro indicio de que se traba de una residencia en buen estado. 

«Ninguna duda albergamos de que el estado que la vivienda presentaba cuando los acusados la abandonaron nada tenía que ver con el que presentaba cuando accedieron a ella», constata la togada, que tampoco ve probable que los desperfectos de la casa se debieran a un simple «mal uso». Para llegar a esa conclusión, ha sido clave el informe pericial, que aportaba fotos de la casa hechas en diciembre, tras dejar las llaves los acusados. «Por muy benévolos que queramos ser en la interpretación de los hechos, no hay forma posible de considerar que daños de este tipo puedan deberse a un simple mal uso y, menos aún, a un mero desgaste ordinario por uso», asegura Susana Pazos, titular del Juzgado de lo Penal 2 de Ourense, tras ver las imágenes de los desperfectos.

Y en lo relativo a quien causó los daños, la togada cree que se debe responsabilizar a ambos acusados de lo ocurrido, ya que los dos convivieron en la casa durante los meses de alquiler y hasta que se rescindió el contrato. «Los daños se causaron a la vista, ciencia y paciencia de ambos, sin que ninguno se desmarcase claramente de ese modo de actuar», argumenta la magistrada, que los condena por un delito continuado de daños, imponiéndoles el pago de una multa de 1.350 euros. Si no la pagan, corren el riesgo de ingresar en prisión.

Los acusados, salvo recurso que dictamine otra cosa, tendrán además que afrontar las consecuencias civiles de su incívico comportamiento. Indemnizarán a la dueña del piso con 10.552 euros, correspondientes al dinero que costaron las reparaciones y al valor de los muebles. Además, les toca a ellos pagar las costas.