Los investigadores del tiroteo de la gasolinera creen que el acusado buscaba generar «el mayor daño posible»

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Especialistas de la Guardia Civil trabajando en el área de servicio el día que se produjeron los hechos
Especialistas de la Guardia Civil trabajando en el área de servicio el día que se produjeron los hechos Santi M. Amil

Los hijos del autor de los disparos aseguran que su padre había bebido varias cervezas, una botella de vino y al menos dos chupitos antes de salir hacia el lugar del incidente

12 mar 2024 . Actualizado a las 21:26 h.

La segunda jornada del juicio por el tiroteo en la gasolinera de Tamallancos -que concluyó con cuatro heridos por arma de fuego y sienta en el banquillo a Esteban Montoya como autor y a su mujer Yolanda Giménez como cooperadora necesaria- repartió protagonismo entre los hijos del matrimonio y los peritos y agentes de la Guardia Civil que intervinieron en la investigación. Los primeros centraron su testimonio en asentar una de las líneas de trabajo de la defensa: el estado en el que se encontraba Esteban tras haber ingerido una considerable cantidad de alcohol antes de tomar la decisión de ir a la gasolinera a encontrarse con su yerno y sus consuegros. Según su narración, la primera cerveza se la habría tomado por la mañana con varios fármacos que forman parte de sus tratamientos médicos. De camino a la chatarra habría adquirido media docena de cervezas más y algo después, en una cafetería, consumió otras dos para celebrar que uno de sus hijos había salido absuelto de un juicio. Según contaron los miembros de la familia, y corroboró la propia empleada del establecimiento, la camarera se habría negado a servirle la tercera porque le parecía «que ya había bebido bastante». Logró que le vendiese otro botellín para llevárselo.

El relato de sus hijos añade a ese consumo una botella de vino y un par de chupitos que habría tomado en la comida familiar a base de churrasco con la que habían celebrado el buen final de aquel pleito. Un almuerzo que terminó de forma inesperada tras darse cuenta el padre que faltaba su otra hija. Estaba, según explicaron, en su habitación y muy nerviosa porque había recibido la llamada de José diciéndole que iban a por ella. La chica, menor de edad en ese momento, había abandonado semanas antes la casa en la que vivía con este joven, según los testimonios escuchados en la sala, porque la maltrataba. La familia relató que el padre se puso muy nervioso, que cogió a su mujer y su hija y se marchó en la furgoneta. Contaron que nada supieron de lo que ocurrió en el entorno de esta gasolinera del municipio de Vilamarín hasta que, poco después de haber vuelto a casa, apareció la Guardia Civil a detenerlo. Antes les había pedido que llamaran al cuartel para entregarse. Esa llamada la hizo un hijo, pero contó que no le cogieron el teléfono.

Los dos agentes que llegaron al lugar en el que reside el matrimonio que se sienta en el banquillo lo hicieron porque, tras haber salido en persecución de la furgoneta que describieron los testigos del tiroteo, recibieron la información sobre la identidad del conductor y presunto autor de los disparos. Los guardias contaron que Esteban estaba rodeado de la familia, que les dijo que les estaba esperando, que se mostró colaborador y les entregó dos cartuchos que tenía en el bolsillo así como la escopeta con la que había disparado a su yerno, sus consuegros y, también, a un vecino que estaba jugando una partida de dominó en la cafetería de la estación de servicio. «Se mostró preocupado cuando preguntó si le había dado a algún payo y le dijimos que sí. Se lamentó y dijo que no era su intención», recordaron los agentes. Con respecto a los otros tres heridos en ese momento de la detención «dijo que tenía la conciencia tranquila, que si hubiera querido, los hubiera matado, que solo quiso asustarlos para que se fueran porque querían llevarse con ellos otra vez a la niña». Lo que no percibieron ninguno de los dos agentes fue que el hombre estuviese en estado de embriaguez ni bajo efectos evidentes de haber abusado de la bebida. Así se lo aseguraron a la fiscal que les preguntó a ambos si habían percibido olor a alcohol o si detectaron que tenía algún problema para mantener la verticalidad.

Tras analizar lo ocurrido en la estación de servicio a partir de los testimonios de implicados y testigos, de las imágenes de las cámaras y de los datos recabados sobre el terreno, los investigadores consideran que hubo planificación y también «había intención de hacer el mayor daño posible». Se basan en el hecho de que el autor de los disparos fuese al encuentro de la otra familia con un arma cargada, que se hiciese una llamada para que José y sus padres saliesen del interior de la cafetería donde estaban y también en los gestos que las cámaras captaron de Yolanda. Concluyen que la mujer de Esteban se bajó primero del vehículo que habían aparcado en la parte trasera de la gasolinera para atraer a la otra familia y facilitar que su marido utilizase el arma.

En la sala de la Audiencia Provincial de Ourense se escucharon en esta segunda sesión varios testimonios periciales de los autores de otros informes que forman parte del sumario, entre ellos los participantes en la investigación sobre el terreno, los que tomaron declaraciones a los directamente implicados y a testigos, los expertos que visionaron las cámaras de la estación de servicio, los forenses o los que analizaron los impactos de la munición disparada en la ropa de los heridos, además de un experto en balística. Entre otras consideraciones, esos testimonios explicaron que la munición disparada estaba compuesta por perdigones y postas y que los primeros tres disparos, los que se realizaron en el exterior, se hicieron a una distancia de entre seis y siete metros de las víctimas. Uno de los médicos señaló, no obstante, que las heridas que sufrieron José y sus padres Antonio y Lucía no comprometieron órganos vitales ni eran incompatibles con la vida. De hecho, el peor pronóstico, según uno de los forenses, es el del vecino ajeno a la disputa de las dos familias al que el incidente pilló en el mismo local de la estación de servicio. Además de la neuralgia intercostal que le quedó de secuela, aún hoy tiene alojado parte del proyectil que penetró por la zona del pulmón e hizo estallar una costilla.