La normativa de seguridad se reforzó tras siniestros como el de Vilamartín

Maite Rodríguez Vázquez
MAITE RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

VILAMARTÍN DE VALDEORRAS

En los años ochenta del siglo pasado se aprobaron leyes que fijaban una antigüedad máxima de los buses escolares

19 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los accidentes en el transporte escolar, como el ocurrido el 19 de abril de 1977 en Vilamartín de Valdeorras que causó la muerte a doce niños, obligaron a cambiar la normativa estatal para buscar una mayor seguridad en los vehículos dedicados a esta finalidad. Antes del siniestro de Vilamartín estaba vigente un decreto del año 1973, pero la normativa fue modificada primero en 1982 y después al año siguiente. «A lo largo de los últimos años se han producido en el transporte escolar diversos accidentes, lo que demuestra la necesidad de perfeccionar el conjunto de las reglas de seguridad vigentes para esta clase de transporte», se exponía como motivo en el texto del Real Decreto 1415/1982, del 30 de abril sobre seguridad del transporte escolar.

Los ministerios de Educación, Transportes, Turismo y Comunicaciones, además de las Comunidades Autónomas y entes preautonómicos, habían publicado un libro blanco en noviembre del año anterior en el que se establecía la necesidad de fijar nuevos requisitos referentes a la antigüedad, idoneidad o la especial revisión técnica de los vehículos, además de otras exigencias para los conductores o limitaciones del tiempo máximo de recorridos. El autobús escolar accidentado en Vilamartín tenía una antigüedad de más de veinte años y se le rompió una mangueta de una rueda delantera.

La nueva normativa que cambiaba las reglas que habían existido en los años setenta, fijaba que a partir de entonces los vehículos dedicados al transporte escolar deberían tener una antigüedad inferior a diez años desde su primera matriculación. También se señalaban unas medidas mínimas para los asientos de cada pasajero y otras especificaciones de seguridad como la separación del asiento del conductor de los demás mediante una pantalla transparente o que las puertas se deberían abrir y cerrar con un dispositivo automático fuera del alcance de los niños.

Esta norma sería derogada al año siguiente por el Real Decreto 2296/1983, de 25 de agosto, sobre tráfico y circulación de vehículos escolares y de menores. La necesidad de cambiar la ley solo un año después se justificaba para regular no solo el transporte escolar diario entre el domicilio y la escuela sino también los desplazamientos extraordinarios de menores de edad, fuera en calidad de escolares o no. Se había constatado estadísticamente una mayor peligrosidad en los viajes ocasionales que en los diarios. Se mantenían los artículos referentes a las nuevas medidas de seguridad, especificando que los vehículos deberían tener una antigüedad inferior a diez años o bien si tenía entre diez y 18 años debería pasar una inspección extraordinaria. Otras medidas de seguridad que se fijaban desde entonces en la dotación de un martillo rompecristales para ser utilizado en caso de emergencia o la obligatoriedad de viajar con un acompañante siempre que en el vehículo viajasen más de quince niños menores de diez años o cuando se tratase de viajes ocasionales o con alumnos de centros de Educación Especial.

Asimismo se establecía una duración máxima del recorrido de una hora para cada sentido. Los menores podían estar ininterrumpidamente un máximo de dos horas en el interior del autobús en caso de desplazamientos discrecionales. También se fijaba la obligatoriedad de un seguro complementario añadido a los que ya fueran obligatorios. Fueron refuerzos normativos de seguridad que estuvieron vigentes hasta el año 2001, cuando se volvió a modificar la ley adaptándola a las nuevas posibilidades técnicas, más seguras, de transporte.

Un monolito con el nombre de todos los fallecidos en el primer homenaje público en cuarenta años

Esta tarde (19.30 horas) será el homenaje oficial a los fallecidos en el accidente del autobús escolar de Vilamartín de Valdeorras. En la puerta de la iglesia parroquial se descubrirá el monolito con el nombre de las víctimas. Hablará el cura y Gelines Trincado, hermana de uno de los fallecidos. Después, dos alumnos del colegio de Vilamartín -que abrió en 1979 después de la tragedia- harán una ofrenda floral.

Cada año, el 19 de abril se celebraba un funeral en memoria de las víctimas pero nunca había habido un acto de homenaje organizado públicamente como el de hoy, aunque se había hablado en diversas ocasiones de realizarlo sobre todo cuando se conmemoraban fechas como el 25 aniversario del suceso. Todas las familias han sido convocadas.

Los fallecidos serán recordados hoy y sus nombres estarán presentes, grabados sobre una placa de mármol que tiene el monolito esculpido con dos niños con libros, en recuerdo a que eran escolares que en el momento del accidente se dirigían a su colegio, el Manuel Respino de A Rúa.

Todos los nombres estarán allí, desde el del chófer, Manuel González, que también falleció a los de José Arias, María de los Ángeles López, María del Carmen González, Ana María Diéguez, Manuel Ángel González, José Trincado, Manuela López, María Jesús Losada, María Teresa González y los gemelos Miguel Ángel y Manuel Fernández, además de Francisca Simón, que fallecía tras ser ingresada en la residencia de Ponferrada.