Mala imagen, buena convivencia

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

El último foco chabolista que queda en Pontevedra vuelve a estar de actualidad tras la petición de Amigos do Camiño y Vaipolorío para que se reubique el poblado

25 oct 2014 . Actualizado a las 15:55 h.

Varias infraviviendas rodeadas de ruedas y montañas de electrodomésticos. Un problema de estética urbana, pero también medioambiental. Y por encima de esas dos circunstancias un problema humano que sigue sin solución en el centro de Pontevedra después de treinta años. La petición conjunta cursada el pasado jueves ante el Concello y la Xunta por las asociaciones Amigos do Camiño Portugués a Santiago y Vaipolorío vuelve a poner el foco sobre este poblado chabolista situado en la calle Otero Pedrayo, a escasos metros del puente de O Couto y pegado al río Gafos.

Un recorrido por la zona permite ver dos realidades paralelas. El ritmo de la ciudad, en una zona de mucho tránsito por la proximidad de las estaciones de tren y de autobuses y el albergue de peregrinos, y el propio de este asentamiento donde viven varias familias gitanas que dicen dedicarse a la venta de chatarra y cartón. Vecinos, hosteleros y hasta los propios residentes en el asentamiento coinciden en que la solución pasaría por reubicarlos en otro lugar que nadie, eso sí, se atreve a sugerir.

En la Taberna da Avoa, a tiro del asentamiento gitano, la consersación de varios clientes gira en torno a este tema. Algunos evitan dar su opinión cuando se les pregunta para el periódico. Quien no quiere foto, pero no tiene inconveniente en hablar es su propietario, José Piay. «Problemas no dan porque no tienen nada que ver con O Vao, son gitanos portugueses, y la convivencia es buena. Pero dan mala imagen, está claro», comenta. Dice que algunos son clientes de su negocio, que regenta desde hace varios años. «Vienen, consumen y pagan, sin más», apunta Piay.

Varios vecinos se quejan de que copan el escaso aparcamiento gratuito que hay en la zona y a veces también «molestan» los perros que tienen. «Sitios para realojarlos hay de sobra, pero nadie quiere tomar la decisión porque conlleva problemas», señala un cliente. «A veces los peregrinos están comiendo en la terraza y no es muy higiénico tanto perro por aquí», añade una chica.

¿Y qué piensan los residentes en el poblado? Una familia no tiene inconveniente en mostrar su casa. Los hombres dejan la voz a las mujeres y se retiran. Fátima Pereira y su tía, que está preparando la comida, saben que los gitanos son los malos de la película. «Si nos dan algo digno nos iríamos, pero nosotros no somos los que ensuciamos el río, que viene de arriba con aceites, basura y más cosas», subraya. Su tía añade que llevan veinte años en este sitio: «Toda la vida, ya ves». Reconocen que les gustaría vivir en mejores condiciones y temen especialmente a las crecidas del Gafos. No es la primera vez que el agua del río entra en sus casas, y en invierno viven con el miedo en el cuerpo cada temporal.

«Problemas no dan porque no tienen nada que ver con O Vao, pero dan mala imagen, está claro»

José Piay

«Si nos dan algo digno nos iríamos, pero nosotros no somos los que ensuciamos el río»

Fátima Pereira