De caminante a rescatador en quad

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Manuel hizo a pie una Pontevedrada. Desde hace cuatro ediciones recoge en su moto a aquellos que abandonan

11 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para muchos es el hombre del quad y también el que suministra bebidas y fruta durante la Pontevedrada, la marcha solidaria a pie entre la capital y Santiago. Poco más saben de él. La oscuridad de la noche y el casco que lleva tampoco dan pistas. Para unos pocos ese rescatador es Manuel, una de las piezas importantes en un proyecto que no deja de crecer año tras año para fomentar la donación de órganos, sangre y tejidos.

Manuel Queirós, de 46 años y camionero de Froiz de profesión, cuenta cómo llegó a desempeñar ese papel en la Pontevedrada. Una labor que desde hace dos años realiza también con su quad en las 700 camisetas contra la leucemia. Compartiendo un café en Monte Porreiro, donde reside, relata que hizo a pie una Pontevedrada. La del 2013. «Fue durísimo y muy emocionante la llegada al Obradoiro. No había la organización que hay ahora... Recuerdo que tenía un esguince en un tobillo y me encontré con Zapatones. Me preguntó desde dónde venía andando. Ya no sé si tenía más dolor o emoción». A Manuel le brillan los ojos al rememorarlo. Reconoce que no hacía ejercicio y 63 fueron demasiados kilómetros para él.

Tras aquella experiencia y teniendo en cuenta que tenía un quad en casa se puso en contacto con la organización de la Pontevedrada y les propuso prestar apoyo logístico de forma desinteresada desde su moto de cuatro ruedas. «Al principio se asustaron. La imagen que se tiene del quad es la de un vehículo que hace mucho ruido y es peligroso. Pero no es lo mismo ir en quad en plan de ayudar que de fiesta», aclara Manuel. Así empezó. Recuerda que en la primera marcha que hizo con el quad le temblaban las piernas y hasta le daba algo de vergüenza abordar a los participantes en el Camino.

Tras cuatro ediciones se ha convertido en una especie de psicólogo. Por el ritmo y la forma de andar ya sabe cómo van. «Hay gente que ya no puede más y sigue caminando. En San Miguel, en Valga, es donde empieza el trabajo de verdad y a veces no das abasto sacando gente», subraya. Además de bebida y fruta, en el quad lleva un minibitiquín con tiritas y reflex para el dolor muscular y de las articulaciones.

¿A cuántas personas puede recoger en su quad en una noche? Se toma unos segundos. «Depende del año, pero cincuenta tranquilamente». Antes de subirse al quad, Manuel echa una mano con la intendencia en la plaza de A Ferrería. Reparte bocadillos y lo que haga falta. A partir de Alba hace el Camino en la moto. Puede recoger a algún niño que no llega hasta San Amaro (Barro), aunque lo gordo llega a partir de Valga. «Las bajadas que hay son tremendas y hay gente que ya no puede seguir». Las lleva hasta el autoservicio de San Miguel, donde esperan los buses.

Manuel considera que hay tramos estrechos y sin cobertura y es importante poder pasar cerca de la gente para ver si necesitan algo. Una de sus preocupaciones es controlar la gasolina. «Salgo con el depósito lleno y tengo una garrafa en un coche de apoyo. Es de noche y las gasolineras están cerradas, así que tengo que controlar y no ir tantas veces de la cabeza a la cola de la marcha», explica. Él hace muchos kilómetros. Desde este año la organización le paga la gasolina.

Anécdotas

Manuel, que nació en Francia y es de padres portugueses, tiene decenas de anécdotas. Se le pide que cuente algunas confesables. «¿Anécdotas? Uff, muchas. Desde gente que te pide que la lleves un poco y que después sigue andando, a una vez que fuimos cuatro personas en el quad, éramos como un gran abrazo. También recuerdo que hace dos años llovió mucho y yo ya no tenía ropa seca para ponerme. El quad estaba todo sucio, lleno de barro, y una señora me preguntó, ‘‘¿Dónde me siento?’’ Y le dije, ‘‘donde pueda, no hay otra’’».

¿Hasta cuándo habrá quad? El 4 de junio se le estropeó durante las 700 camisetas y tuvo que seguir en su todotereno. «Fue la bobina de encendido y se arregla fácil. Yo seguiré mientras pueda. Me gusta, disfruto mucho y el agradecimiento de la gente me impulsa a seguir».