Al fin un mercadillo en el que los feriantes no se quejan de vender poco

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Responsables de puestos ambulantes indican que, después de la de Padrón, la marinense es la mejor cita del sector

16 jun 2017 . Actualizado a las 11:03 h.

Encontrar un comerciante, sobre todo un vendedor ambulante, que no se queje de que vende poco es casi como topar agua en el desierto. Pero para todo hay excepciones. El jueves, aunque lo hacían bajo un sol de justicia y un calor abrasador, muchos de los feriantes que vendían en el mercadillo de Marín opinaban que, realmente, la cita semanal marinense es una de las mejores del sector, después de la dominical de Padrón. Y aunque alguno se quejaba de que «coa crise todo baixou», en general había satisfacción en las palabras de los comerciantes. Da igual que se preguntase a quien vendía plantas, a quien ofrecía mandilones y vestidos o a quien tenía un amplio mostrador de frutas y verduras.

Si uno se dirige en coche hacia la zona del mercadillo de Marín, que se celebra en las céntricas calles Serafín Tubío, Augusto Miranda y Secundino Lorenzo la primera sensación que tendrá es de caos. No en vano, aunque se corta el tráfico para montar la feria de los miércoles, la sensación es de vehículos por todas partes buscando aparcamiento. No es fácil aparcar. Al menos ayer no lo era. Como mucho, se podía topar algún hueco perdido en el puerto o en el aparcamiento disuasorio José Del Río.

Cuando uno al fin baja del vehículo, la percepción cambia. Sin tráfico rodado en buena parte de la feria, el mercadillo puede disfrutarse con calma. Incluso da pie a la cháchara, como la que ayer mantenía Rosi con Juan, su frutero. Contaba ella que vive en Seixo, pero que no suele perderse el mercado porque le gusta comprar la fruta en él. Juan, que ofrecía ayer unas cerezas casi del tamaño de ciruelas, indicaba: «Non temos queixa de momento, a cousa vai indo».

La zona central del mercadillo la ocupa un edificio emblemático: el de la plaza de abastos, con bar y sombra incluida. A la una de la tarde, tal y como dice el refrán, está casi todo el pescado vendido. Una carnicera señalaba: «Claro que el mejor día de la plaza es el jueves porque hay el mercadillo, eso sin lugar a ninguna duda». También los comerciantes de los alrededores están contentos con la marcha de la feria. Es el caso de Rita, que lleva las riendas de un pequeño negocio de comestibles que inició su abuela: «Es muy importante el mercadillo, viene muchísima gente», indica.

Una ampliación en trámite

La concejala marinense encargada de la feria, Cristina Acuña, confirma que el mercadillo marcha a buen ritmo. Y que por ello están trabajando para llevar a cabo la ampliación del mismo. Reconoce que la tramitación está un tanto atascada, pero confía en que salga adelante en breve. El mercadillo extenderá sus tentáculos hacia las calles Sol y Real. Ahora mismo a la feria asisten unos ochenta comerciantes, pero hay peticiones para nuevos puestos, de ahí la ampliación. Durante un tiempo se coqueteó con la idea de celebrar el mercado también los sábados. Se probó en Seixo y no funcionó.