Así es la churrasquería de Pepe Vieira en Pontevedra que recibió más de mil reservas en sus primeras 48 horas

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Estas primeras semanas solo se podrá entrar en el local con reserva previa

16 feb 2024 . Actualizado a las 20:37 h.

Apenas han pasado 48 horas desde que Pepe Vieira abrió la puerta de la churrasquería Varela en el centro de Pontevedra y la agenda de reservas echa humo. Sentado en una de las mesas del restaurante, el cocinero con dos estrellas Michelin reconoce que nunca había vivido un bum semejante. «El primer día entraron 700 peticiones y ayer ya iban más de mil», asegura el chef, que tiene un equipo de tres personas dedicado estos días a la gestión de reservas. El nuevo restaurante devuelve la vida a la antigua ferretería que cerró en el 2016 tras 142 años de historia.

Tras un año de obras, Varela abrió sus puertas este jueves como churrasquería, pero manteniendo un guiño al pasado. Muchos de los muebles que antaño guardaban tornillos han sido restaurados para almacenar ahora las vajillas y cuberterías de un restaurante con aforo para cerca de 200 personas. Y es precisamente esa capacidad la que ha llevado a Pepe Vieira a gestionar estas primeras semanas «poco a poco». Por el momento solo está abierta la reserva a través del correo electrónico (reservas@varelachurrasqueria.com) y dan servicio de comida y cena a un número máximo de 40 personas que irán incrementando a medida que pasen los días. «No queremos defraudar a nadie y si esto se llena hasta arriba de clientes en los primeros días, igual no podemos dar el servicio que queremos», explica el cocinero, abrumado por la respuesta. Así que las peticiones se van gestionando al ritmo que van llegando. Contestan cada email confirmando la reserva o en el caso de estar ya completos, intentando ofrecerle alternativas a los comensales. Ante el aluvión que han recibido, piden paciencia si alguno de esos correos no ha sido respondido todavía.

En Varela hay una plantilla fija de unos 30 profesionales, pero estos días están acompañados de Pepe Vieira y de algunos de los miembros del restaurante con dos estrellas Michelin de Camiño da Serpe, que reabrirá para la semana.

Reforma integral

De la antigua ferretería Varela queda mucho mobiliario y la esencia de lo qué fue, pero la reforma ha dado más luz al edificio y ha combinado el estilo industrial con la calidez. Un enorme tragaluz ilumina el restaurante en días tan oscuros como el que está dejando el temporal Karlotta. Tres pisos de gastronomía con el corazón en la cocina.

Todavía no son las doce de la mañana y los cocineros preparan ya el servicio de mediodía del viernes. Estos días está habilitado el comedor de la tercera planta, donde la madera y el hierro mandan. Las mesas están ya perfectamente colocadas como si se fuesen a llenar de repente y la vieja oficina de la ferretería es ahora una bodega que se asoma a través de grandes ventanales a la unión de Curros Enríquez con el callejón de don Gonzalo. Al bajar las escaleras, al igual que desde la balconada de ese tercer piso, se ve el ajetreo de una cocina en la que el equipo de Pepe Vieira prepara los platos de una carta cuyo único protagonista son las brasas. Y la carne. Pero también hay pescados e incluso pizzas. «El precio medio que se puede pagar son 40 euros por persona, pero puedes tomar algo más barato como una hamburguesa y también algo más exclusivo. Hay distintas franjas», apunta el cocinero. Tampoco falta el churrasco ni el asador de pollos de leña.

La carta es la misma para todo el restaurante, aunque la planta baja, la que está a la altura de la calle, tiene una decoración más desenfadada con unas cuantas mesas altas y otras bajas con bancos corridos que dan un aire más de «feira» y que en unos meses será el corazón del restaurante Varela.

En estas primeras semanas funciona bajo reserva, pero el equipo del cocinero espera que hacia Semana Santa ya estén trabajando con toda la capacidad. Estos días son «para rodar» una churrasquería que ha despertado mucha expectación en la ciudad al recuperar la vieja ferretería bajo el sello de un estrella Michelin.