Las escuelas que sobreviven en el rural: «Os nenos aquí están coma na casa, en zapatillas. E entran e saen falando galego»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Alumnos de la escuela unitaria de Verducido, trabajando en la huerta escolar
Alumnos de la escuela unitaria de Verducido, trabajando en la huerta escolar Ramón Leiro

Con el período de inscripción a las puertas, las aulas unitarias de la comarca de Pontevedra intentan atraer alumnado. ¿Su principal valor? «Somos unha prolongación da familia», dicen

24 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Toca elegir colegio. O escuela. El período de inscripción de nuevos alumnos de educación infantil está a las puertas y aquella vieja máxima de que el niño va al centro que queda más cerca de casa ya no se cumple siempre. Cada vez son más familias las que quieren conocer a fondo el proyecto educativo, la ratio habitual de alumnos por clase, o los servicios antes de decidirse por uno u otro centro. Conscientes de que esto puede darles una oportunidad a la escuelas del rural, ahogadas casi siempre por la falta de alumnado en las aldeas, las profesoras de estas unitarias que sobreviven en la comarca de Pontevedra se lanzan a vender sus encantos. ¿Cuáles son? «É difícil escoller un, porque hai tantos... pero o principal é que os nenos aquí están como na casa, en zapatillas, cómodos e quentiños», resume Lidia Gómez, maestra de la escuela de Verducido.

En la comarca de Pontevedra, tras unos años en los que paulatinamente fueron cerrando muchas escuelas del rural por falta de alumnos, sobreviven nueve unitarias. Dos están en Portas, tres en Moraña, Poio y Barro conservan una y Pontevedra y Sanxenxo también tienen una por cabeza. En casi todas las ratios de alumnado son muy bajas, con entre siete y doce niños.

Escuchar a las maestras de estos centros es toparse con docentes totalmente motivadas que creen que las familias no son del todo conscientes del tesoro que guardan estos centros que dan vida a las aldeas y cuya gran desventaja es que no tienen transporte ni comedor. Susi Arca es una de las profesoras más veteranas. Es la maestra de Amil, en Moraña, donde este año acuden nueve niños de toda la etapa infantil y el curso que viene espera que como mínimo se alcance la misma matrícula: «O que vivimos nestas escoliñas é impresionante, porque somos unha prolongación da familia. Temos moitas vantaxes, entre elas que aquí os nenos chegan falando galego e tralo paso pola escola saen falando galego», opina desde su aula.

Escuela a escuela, las profesoras que enseñan en el rural ponen el acento en esa cercanía que pueden tener con los alumnos y sus familias porque tienen pocos niños y también en que trabajan en centros concebidos para una matrícula mucho más grande y por tanto cuentan con espacio para hacer numerosas actividades. Amén de que casi todas aprovechan el entorno y los niños van al monte, pasan los recreos en carballeiras y establecen contactos con los vecinos de las aldeas donde están instaladas. En Verducido, por ejemplo, los viernes una vecina suele ayudar a la maestra y a los niños a trabajar en su huerta. Las maestras hablan también de la cantidad de material que atesoran estos pequeños centros, donde a veces es más fácil que los niños usen una pizarra digital que en un colegio urbano con la ratio máxima de alumnos. «Estamos moi ben dotadas, contamos cunhas bibliotecas que son un luxo, temo un montón de recursos», dice la profesora de la escuela de Lantaño (Portas). Completando el rosario de ventajas, la maestra de Aios (Sanxenxo) añade: «Lo mejor es el proyecto educativo, aquí eliminé los libros de texto y enseño experimentando».

El colegio rural agrupado de Vilaboa, el centro que sigue tentando a familias de la ciudad: «No hay jornada de puertas abiertas, las puertas están abiertas siempre» 

Más allá de las escuelas unitarias, en la comarca de Pontevedra existen también dos Colexios Rurais Agrupados (CRA). Se trata de varias aulas que, aunque se ubican en aldeas distintas, forman parte de un mismo centro. En la zona está el de Caldas y el de Vilaboa. A este último llevan años acompañándole los buenos datos de matrícula pese al bajón de la natalidad en el ámbito rural. ¿Por qué? Porque el proyecto educativo que propone y la educación de proximidad que abraza está seduciendo también a padres del ámbito urbano, que prefieren llevar a sus hijos hasta unitarias como las de Figueirido o Bértola antes que a un colegio del centro de Pontevedra o de Vigo. Así lo cuenta la directora del CRA de Vilaboa, Conchita Pérez: «Ya estamos teniendo llamadas de padres de otros municipios, lo cual nos alegra mucho. Aquí siempre decimos lo mismo, que no tenemos una jornada de puertas abiertas, sino que nuestras puertas están abiertas siempre, que pueden venir a visitarnos cuando quieran».

Ellos tienen actualmente 85 niños en cinco escuelas. Creen que el año que viene todavía podrían ser algunos más. Pero falta saber cómo se aplican las nuevas ratios máximas de alumnos aprobadas, ya que Educación aún no comunicó nada a los centros.