Pontevedra registró un 42 % menos de lluvia de lo habitual en invierno

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

A LAMA

capotillo

MeteoGalicia pronostica un tiempo más estable para Semana Santa que en marzo

27 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Entra dentro de lo posible para el clima gallego y ha habido temporadas mucho más secas en las últimas décadas, pero el pasado invierno registró un considerable descenso en las precipitaciones en las Rías Baixas. MeteoGalicia, tomando como referencia la estación meteorológica de Lourizán, precisa que en Pontevedra y su comarca se llegaron a registrar un 42 % menos de lluvias que la media habitual en invierno. Como contraste, el inicio de la primavera se está caracterizando por todo lo contrario: bajada de las temperaturas por una entrada de aire polar desde el norte, que está dejando lluvia e incluso nevadas a finales de marzo.

Desde MeteoGalicia se incide en que los pronósticos para una semana concreta de abril son «imposibles» a estas fechas como para dar datos con algún grado de fiabilidad. Sin embargo, el departamento meteorológico autonómico espera que la llegada de masas de aire polar no tenga continuidad en las próximas semanas. Si este escenario se cumple, seguirá habiendo borrascas el mes que viene, pero «deberían predominar máis os días de estabilidade e, polo tanto, as perspectivas para a Semana Santa non son negativas en canto á meteoroloxía».

Al hacer balance de los últimos meses, MeteoGalicia explica que diciembre fue un período anómalo en precipitaciones, porque solo llovió tres días. Pontevedra contabilizó su mínimo histórico de jornadas de lluvia. Desde el departamento meteorológico se señala que esta escasez de borrascas, en un mes habitualmente húmedo, hizo que el final del 2016 figure entre los cinco más secos desde 1961. Hay precedentes similares más recientes, como son el 2001 y 1991. Enero, también con menos lluvia que la media, fue similar en las Rías Baixas, con la excepción de la última semana. En el 2016 fue al revés, porque fue muy húmedo.

Este febrero se pudo ver de todo. Desde gente en bañador en la playa durante algo más de una semana a las fuertes lluvias y vientos que dejaron las borrascas Jurgen (el día 2) y Kurt y Leiv (el día 3) y que hicieron elevar los registros de precipitaciones de forma exponencial. Además, hubo más días con precipitaciones de lo esperado inicialmente. El balance de febrero revela que llovió por encima de la media climatológica, un 40 % más, según MeteoGalicia.

A la hora de analizar el conjunto del invierno, los especialistas también manifiestan que en la Serra do Suído, los montes que separan las provincias de Pontevedra y Ourense, se dieron algunos de los valores más altos en cuanto a lluvias. Se alcanzaron cifras por encima de los 600 litros por metro cuadrado, aunque siguen siendo inferiores a la media climatológica.

En Pontevedra, la situación también fue algo mejor, en cuanto a precipitaciones invernales, que en el resto de Galicia. La estación de Lourizán acumuló 336 litros por metro cuadrado, una cantidad que desde MeteoGalicia se considera superior a la media para el conjunto autonómico, donde fue de 307 litros por metro cuadrado. Aún así estuvo «moi por debaixo dos valores climatolóxicos medios».

Una temporada invernal cálida, pero menos que el mismo período del año anterior

El invierno fue cálido en Galicia y las Rías Baixas no fueron una excepción. En la estación meteorológica de Lourizán, MeteoGalicia contabilizó una temperatura media del invierno de 11,3 grados. Es un valor que, siguiendo los criterios científicos, refleja una temporada invernal con el calificativo de «moi cálido». Es la percepción que también tienen la mayoría de los pontevedreses. Y, sin embargo, no ha sido el más cálido de la década. La anomalía media del invierno del 2016-2017 resultó ser de 1,34 grados menor que la del invierno anterior, que fue más elevada que la de este año. De todas maneras, se mantiene entre las primeras cuatro de los últimos 50 años. Además del 2016, hay que remontarse a 1990 y 1966 para encontrar unas mediciones tan altas.

Hay otro dato que confirma la excepcional condición climática de las Rías Baixas como destino turístico. En Arousa, Pontevedra y Vigo los termómetros estuvieron 2,2 grados de media por encima que el resto de la comunidad autónoma. En este mismo ámbito también se dieron las anomalías más elevadas. Las temperaturas máximas en la temporada invernal en Galicia estuvieron en las rías de Vigo y Pontevedra, en O Baixo Miño y en los concellos de interior próximos a Pontevedra. Al hacer un balance de todo el invierno, MeteoGalicia precisa que en las Rías Baixas los valores registrados tuvieron una media que superó los 10 grados, mientras que en las zonas del interior se movieron entre los 6 y los 9.

En bañador en diciembre y con gorro y guantes en marzo

Los paraguas han tomado las calles de Pontevedra, Vilagarcía y otras localidades de la comarca en este principio de la primavera. En sí misma, esa imagen no tiene nada de extraordinaria, pero si la enmarcamos en los últimos meses, la perspectiva cambia. La evolución del tiempo en este período ha sufrido unos altibajos pronunciados, suficientes como para despistar a más de un visitante y de paso a los que vivimos aquí todo el año.

Después de un otoño que pareció un verano prolongado hasta bien entrado octubre, vino el frío. Y a continuación, el calor. El 5 de diciembre, por ejemplo, se podía encontrar gente tomando el sol en la playa de Silgar, en Sanxenxo. El agua estaba fría, apta solo para valientes, pero bajo el sol de la mañana muchos fueron los que se dejaron ver con silla y bañador por el arenal más fotografiado de la comarca.

El frío vino más tarde de lo habitual, pero cuando lo hizo lo sentimos todos. Los temporales de principios de febrero hicieron creer que nos encontrábamos en un invierno duro. Jurgen, Kurt y Leiv, en rápida sucesión de intervalos de solo unas horas, dejaron un rastro de daños con los que pocos ciudadanos contaban: apagones de días enteros como en A Lama, árboles caídos y carreteras cortadas en todos los concellos, y barcos y bateas varados en las playas de O Grove.

Los pontevedreses se pertrecharon con ropa de abrigo para volver a colgarla en los armarios a finales de ese mismo mes. El día 22, por citar un caso y tomando una vez más Silgar como referente, hubo más de uno que se atrevió a bañarse en la ría. También hubo quien señalaba, mientras paseaba por Silgar, que no entendía por qué la gente se alborotaba con el sol de febrero, que pasaba siempre, pero que no nos acordábamos de año en año. Quizás ese bañista tuviese razón, pero tras esos días de sol, pocos esperaban las nevadas que cayeron ya empezada la primavera en A Lama.