El detenido por el crimen de la maleta de Vigo ya mató también a su abuela y a una amiga

E. V. Pita VIGO / LA VOZ

A LAMA

O Chioleiro, en una imagen de archivo, en un juicio en Pontevedra.
O Chioleiro, en una imagen de archivo, en un juicio en Pontevedra. CAPOTILLO

O Chioleiro estaba en libertad desde febrero del 2023 tras cumplir una pena de 17 años y medio de prisión

02 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

José Manuel Durán González, alias o Chioleiro, un vecino de A Lama de 66 años, volvió ayer a prisión por el que podría ser su tercer crimen. El juez le atribuye la autoría del homicidio o asesinato de Carmen, la víctima sin identificar oficialmente que apareció dentro de una maleta el pasado jueves 22 de febrero en la calle Espedrigada de Vigo. O Chioleiro ya mató a su abuela en 1988, y en el 2004, a una amiga, Alicia Rey. Ahora se le atribuye la muerte, de una puñalada en el corazón, de la mujer con la que convivía en una habitación que fue alquilada en Vigo en agosto del 2023. No ha trascendido si ambos eran pareja o solo compañeros de calle. Por el momento, el juzgado que investiga el crimen no le ha imputado ninguna circunstancia agravante de género. El móvil pudo ser por dinero o por alguna riña.

Las primeras sospechas de los investigadores ya apuntaban a O Chioleiro, que fue el último que convivió con la mujer de la maleta. Estaba en libertad desde febrero del 2023 tras cumplir su última condena, de 17 años y medio de cárcel. Ahora está de nuevo detenido, y este viernes el Juzgado de Instrucción número 4 de Vigo ordenó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, como supuesto autor del crimen de Vigo. A la espera del avance de la investigación, los hechos están calificados provisionalmente como homicidio o asesinato. Las actuaciones están declaradas secretas.

O Chioleiro vivía en situación de exclusión social junto a la mujer de la maleta, una española de 50 años llamada Carmen. Llevaban diez días compartiendo una habitación alquilada en un quinto piso en el número 83 de la calle Fragoso, en el barrio de Balaídos. Supuestamente, él la apuñaló en el corazón y se deshizo del cadáver metiéndolo en una maleta, que después transportó unos 80 metros en un carrito hasta una finca con maleza que los vecinos usaban como escombrera. La mujer que reside en la vivienda colindante asegura que la maleta estaba allí desde agosto.

Mal olor

Pero la alerta la dio el pasado 22 de febrero el repartidor de un taller, que fue a orinar y curioseó en la maleta, que desprendía muy mal olor. Tras descubrirse el cuerpo, el grupo de atención al ciudadano de la Policía Nacional inició las pesquisas que resultaron claves en la identificación y detención del presunto homicida. Una prueba contra él podría ser un colchón con sangre. A lo largo de esta semana, los agentes vigilaron y controlaron al sospechoso hasta que el juez dio vía libre para su detención. El martes hubo un registro de la comisión judicial en el piso de habitaciones compartidas en el que residió con la víctima entre agosto y septiembre. Los vecinos se habían quejado por el mal olor y por unos líquidos putrefactos que se filtraban por la galería del quinto piso hacia la fachada. La Policía Local de Vigo llegó a inspeccionar esos vertidos, que catalogó como heces. Dos semanas después, aquel olor había desaparecido. Medio año después de aquello fue hallada la maleta con el cadáver.

La víctima, aún sin identificar oficialmente, se llamaba Carmen, tenía 50 años y vivía en exclusión social

La mujer hallada en la maleta ya tiene identidad, aunque de forma extraoficial. Se trata de Carmen, una española de 50 años. Vivía en exclusión social, ejercía la mendicidad y, según testimonios vecinales, podría haber tenido una vida ligada a la drogodependencia. Quienes sabían algo de su vida aseguran que fue castigada por la vida y que estaba muy desmejorada y demacrada. Era una mujer menuda y morena que, además, andaba muy encorvada y que siempre iba cargada de cosas.

Solo estuvo diez días por el barrio de Balaídos. Luego no se supo nada más de ella, mientras que el hombre que la acompañaba, O Chioleiro, siguió haciendo vida normal durante tres meses hasta que se esfumó. Nadie denunció la desaparición de la mujer, posiblemente porque no era natural de Vigo o porque no tenía familiares ni amigos. Seguramente siguieron llegando los cheques de la risga o de la protección social a la cuenta bancaria de ella sin que nadie notase nada raro ni la echase de menos.

El cadáver apareció entre siete y ocho meses después de la muerte dentro de una maleta en una postura flexionada. Debido a su tamaño frágil, de una estatura de solo metro y medio, y delgada, el supuesto asesino pudo meter el cuerpo dentro de la valija.

El elevado grado de descomposición impidió tomar las huellas dactilares directamente al cadáver. Hubo que enviar varios dedos al Instituto de Toxicología de Madrid para extraer restos de piel y, tras bañarla en un líquido durante varios días, reconstruir los surcos de sus huellas. Por otro lado, los policías científicos intentaron extraer ADN de calidad de las partes no dañadas del cadáver para cotejarlo en la base de datos. Todas esas pruebas requirieron varios días, aunque es probable que la identificación ya esté en manos del juez porque abrió un procedimiento por homicidio o asesinato, lo que no se podría hacer sin saber quién era la mujer. Un estudio antropológico tratará de elaborar el retrato robot del cráneo para confirmar totalmente su identidad. 

A la abuela, de 83 años, la violó y la apuñaló en 1988, y a la amiga la asesinó en el 2004 para robarle

O Chioleiro es un viejo conocido de la policía y este sería su tercer feminicidio. En los dos primeros casos no se apreció que hubiese un móvil de violencia de género, ya que en un caso mató a una amiga para robarle, y en otro, mató a su abuela, a la que violó. El crimen de la maleta podría tener la agravante de violencia machista si se prueba que eran pareja. Los vecinos que los vieron juntos en Vigo tienen dudas, ya que es posible que solo fuesen compañeros de andanzas y se protegiesen mutuamente. Pero el hecho de que la mujer apareciese desnuda con una camiseta de tiras cubriendo su cara podría hacer pensar en un móvil emocional o sentimental.

O Chioleiro estaba en libertad desde febrero del año pasado tras cumplir una condena de 17 años y medio que le fue impuesta en Pontevedra por el asesinato de Alicia Rey, cometido el 11 de diciembre del 2004. La víctima, de A Lama y de 33 años, se dirigía hacia un supermercado, pero su amigo O Chioleiro la convenció para que lo acompañase al monte de Santa Ana, donde la acuchilló y le robó las joyas, el dinero y las tarjetas bancarias. Dos días después, unos vecinos hallaron el cadáver semienterrado. A las tres semanas, la Guardia Civil detuvo a Durán González, que confesó el crimen. Su abogado intentó convencer al jurado de que sufría una psicopatía que le impedía controlar su voluntad y que tenía una edad mental de 16 o 18 años. El tribunal popular descartó que el acusado sufriese en el momento de los hechos una alteración psíquica, «que influía intensamente en sus facultades intelectivas y volitivas sin llegar a anularlas por completo».

Dijo que ella le pidió que la matase

Él alegó en el juicio que su amiga le pidió varias veces que la matase, por lo que como mucho habría cometido un delito de cooperación al suicidio. Dijo que la primera cuchillada en el cuello fue accidental y que en la segunda fue la propia Alicia la que se colocó el cuchillo en el pecho y se apuñaló. Nadie lo creyó y fue declarado, por unanimidad, culpable de asesinato. En su casa tenía un paraguas y una bufanda de Alicia.

Su primer crimen lo cometió el 22 de marzo de 1988. Violó y mató a puñaladas a su abuela Celestina Dorrio, de 83 años. Él ya había sido condenado por agredir sexualmente a esa familiar. Tras varios años de internamiento en un centro psiquiátrico, volvió a la cárcel de A Lama en el 2003.