La variante que hace once años cambió las comunicaciones de Pontevedra con O Morrazo

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

La variante de Marín, en una imagen de esta semana, comunica el nudo de Celulosas, en Pontevedra, con la rotonda de Ardán
La variante de Marín, en una imagen de esta semana, comunica el nudo de Celulosas, en Pontevedra, con la rotonda de Ardán SERGIO SUEIRO

La VG-4.4. multiplica su tráfico en verano por la afluencia a las playas de Marín, Bueu y Cangas

18 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Once años y algo más de un mes. Es el tiempo que lleva abierta a la circulación la variante de Marín, la llamada VG-4.4. Una carretera de la Xunta cuya construcción fue demandada durante décadas y que desde que entró en servicio cambió las comunicaciones entre la ciudad de Pontevedra y la comarca de O Morrazo. Los doce kilómetros que conforman la vía, entre el nudo de Celulosas y la rotonda de Ardán, no se abrieron al tráfico de una vez. Primero lo hizo el tramo que discurre por el municipio de Marín, entre Ardán y San Xulián, con conexión con Marín y la vía autonómica de Moaña. Aquella inauguración tenía lugar el 18 de septiembre del 2006, siendo conselleira de Política Territorial, María José Caride. Gobernaba entonces la Xunta un bipartito formado por el PSOE y el BNG.

En aquella época, con solo ese tramo disponible, la variante solo compensaba en horas punta y en días de atasco para evitar el centro urbano de Marín, transitando entre Campolongo y Ardán. La previsión era que la apertura del tramo más próximo a Pontevedra podría demorarse hasta el 2009 o el 2010. Un horizonte temporal que se superaría con creces, ya que hasta el 6 de julio del 2012 no se podría completar el recorrido por la nueva carretera, que permite recorrer sus doce kilómetros en quince minutos. Aquel estreno le correspondió al conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, Agustín Hernández, ya con el PP de nuevo en el gobierno de la Xunta. Se inauguraba el tramo que completaba la variante, entre O Regueiriño, en la parroquia de Lourizán, y la carretera PO-11, un trecho de apenas 4,3 kilómetros en los que se invirtieron 37,7 millones de euros. La pendiente máxima es del 6,5 %.

La variante de Marín, que aspiraba cuando se abrió en el 2012 a captar dos millones de coches al año, ya supera los tres millones, a falta de los últimos datos de la Consellería de Infraestruturas. Un tráfico casi siempre fluido que se incrementa de forma notable en los meses de verano, llegando a producirse algunas retenciones tanto en la rotonda de Ardán a la ida hacia las playas, como en la rotonda de Celulosas, a la vuelta de los arenales.

Durante los primeros meses no faltaron las voces que denunciaban la peligrosidad del nuevo vial, donde la velocidad estaba limitada entonces a 100 kilómetros por hora —excepto en algún tramo de 80—. A la velocidad se sumaba un vallado deficiente y la cercanía de pastos, que favorecía la entrada de animales, desde caballos a jabalíes, pasando por ovejas y perros. A veces solos o en manada. Las reiteradas quejas y la sucesión de accidentes llevaron a la Xunta a tomar medidas. Se mejoraron los cierres y se instalaron señales que advierten del peligro de animales sueltos. Ahora es más difícil cruzarse con ellos, aunque tampoco imposible. En el 2019, con la entrada en vigor del nuevo límite de velocidad en carretera, se decía adiós a las señales de 100 en las vías de dos carriles sin mediana, como la variante de Marín, donde se bajaba a 90. Tres años antes, se habían instalado otras señales, de color naranja, que advierten que en 7,8 kilómetros la velocidad puede estar controlada por radar.

Y es que superar el límite es uno de los mayores peligros que puede entrañar la VG-4.4. Por ello, es habitual encontrarse a la Guardia Civil. Pendiente queda la conexión de la variante con el corredor de O Morrazo, en Bueu.

En el vial que da acceso a la playa de Lapamán hay varios párkings, donde se puede estacionar por 4 o 3 euros
En el vial que da acceso a la playa de Lapamán hay varios párkings, donde se puede estacionar por 4 o 3 euros SERGIO SUEIRO

Solo los madrugadores aparcan sin pagar en Lapamán 

Aunque hay quien prefiere seguir circulando por la carretera PO-551, que comunica Marín con Bueu, la mayoría de los conductores que transitan de Pontevedra a este municipio de O Morrazo optan por la VG-4.4. Antes de la entrada en servicio de esta circunvalación, llegar a playas como Aguete, Loira o Lapamán se convertía en verano en un trayecto en el que había que armarse de paciencia.

Ahora, por la variante, se evita el tapón del casco urbano de Marín y se llega mucho antes a arenales como Lapamán. Una playa de bandera azul que está entre las más concurridas de las Rías Baixas. A ello ha contribuido, sin duda, esta VG-4.4. Algo que se nota desde hace varios años en este arenal, adonde llegan usuarios que antes optaban por la otra margen de la ría, donde son mayores los atascos. Una vez dejada la variante en la rotonda de Ardán, apenas queda un kilómetro para llegar a Lapamán. La construcción de una senda peatonal a modo de acera por la margen derecha de la carretera eliminó algunos aparcamientos. La instalación de bolardos redujo los huecos en la otra margen, por lo que aparcar sin pagar ya solo está al alcance de los muy madrugadores, sea un día de semana o un sábado o domingo.

La alternativa para el resto de conductores es estacionar en alguno de los leiras párkings que salpican el vial de bajada a la playa, donde se puede aparcar el coche todo el día por 3 o 4 euros, según la opción que se elija o la que toque. En uno de los leira párking comentan que algunos conductores llegan antes que ellos al estacionamiento y hay días que antes de las doce de la mañana ya se pone la cadena al estar completo. A la altura de la gasolinera de Cela hay otros leiras párkings.