Pontevedra, en diez plenos

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

<span lang= es-es >El caballero Cobián</span>. Para muchos fue un ejemplo de prudencia y buen talante. Javier Cobián gobernó entre 1991 y 1995, abandonó la política desilusionado y vive entregado a su vida profesional.
El caballero Cobián. Para muchos fue un ejemplo de prudencia y buen talante. Javier Cobián gobernó entre 1991 y 1995, abandonó la política desilusionado y vive entregado a su vida profesional. cedida< / span>

El Concello fue cantera de políticos de altos vuelos en 36 años de municipalismo democrático

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La corporación que arrancó ayer es la décima del municipalismo democrático. En los treinta y seis años transcurridos desde las primeras elecciones de 1979, por los plenos del Concello de Pontevedra han pasado cuatro alcaldes y doscientos cincuenta concejales de una veintena de partidos o siglas diferentes. Una larga lista de ediles, muchos de ellos reincidentes, que fueron partícipes por acción u omisión de la evolución de la ciudad.

Mucho ha cambiado la forma de hacer política desde la primera corporación presidida por José Rivas Fontán, a la que todavía le tocó vivir los años convulsos del fallido golpe de estado del 23F. Una etapa en la que los ayuntamientos vivían aún sumidos en la normativa caduca del régimen anterior y agobiados por los escasos medios para atender las abrumadoras demandas sociales de la incipiente democracia.

En estos diez mandatos -tres de Rivas Fontán, uno de Francisco Javier Cobián, uno de Juan Luis Pedrosa y cinco de Fernández Lores- la Administración local pontevedresa ha sido cantera de muchos políticos de altos vuelos, mientras otros pasaban desapercibidos o caían en el olvido. En las bancadas de los plenos de la antigua Casa Consistorial, primero, y del Teatro Principal, después, se sentaron ministros, diputados nacionales y autonómicos, directores generales y conselleiros.

El paso por la escuela de la política local forma parte del currículo de Mariano Rajoy, que fue concejal entre 1983 y 1987 y en su larga trayectoria política ocupó la presidencia de la Diputación, la vicepresidencia de la Xunta y varias carteras ministeriales hasta convertirse en el actual presidente del Gobierno de España.

Hubo quien hizo el camino a la inversa, como Rivas, que antes de ser alcalde fue miembro de las Cortes Constituyentes y secretario xeral de la Xunta preautonómica. Después regresaría al Parlamento, pero acabó su carrera política como edil.

El actual vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, también formó parte de la corporación municipal de Pontevedra (1995-1999), aunque por poco tiempo. Y el hasta hace unos días teniente de alcalde y concejal de Urbanismo, Antón Louro, que ya antes había sido edil, ejerció como diputado nacional y autonómico, secretario xeral de Cultura con González Laxe y delegado del Gobierno en Galicia con Zapatero.

En las filas nacionalistas, otro exconcejal, Guillerme Vázquez, además de sentarse en el Parlamento de Madrid llegó a ostentar la dirección nacional del BNG. Y Luís Bará, de nuevo ahora en la vida municipal, fue director xeral de Difusión Cultural en el bipartido de Touriño y Quintana.

Muchos otros ocuparon altos cargos en el gobierno gallego, como Fernando Garrido Valenzuela, el eterno ausente de los plenos municipales, que fue conselleiro de Agricultura, entre otras cosas.

El Concello de Pontevedra dio en 36 años tres presidentes de la Diputación: Federico Cifuentes, Mariano Rajoy y Manuel Abeledo. Y otros tres ediles fueron presidentes de la Autoridad Portuaria de Marín: Isidro Caballería, Tomás Iribarren y el actual José Benito Suárez Costa.

No fueron los alcaldes, precisamente, los que mejor carrera hicieron fuera del municipalismo. A Juan Luis Pedrosa, hoy director Salvamento Marítimo en el Ministerio de Fomento, le llegaron a ofrecer hasta ocho cargos, algunos los rechazó y para otros le vetaron. Siempre se arrepentirá de no haber participado en la marcha del 5-J, que le costó la alcaldía. En el caso de Javier Cobián, fue él quien decidió abandonar la política, de la que se marchó desilusionado y a la que aseguró que nunca volvería.

Otros que no fueron alcaldes, pudiendo optar a serlo, rehusaron dar el salto a la política nacional o autonómica, como Diego Murillo, presidente de AMA y asesor del Ministerio de Sanidad. Pese a su influencia, siempre prefirió mantenerse en un segundo plano.

En las bancadas de los plenos se sentaron ministros y conselleiros

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