Condenado el narco que criaba lagartos

Alfredo López Penide
L. Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El Supremo ratifica que Diego O. P. utilizó la casa de su abuela en Caldas para una transacción de coca

30 jun 2015 . Actualizado a las 12:10 h.

España se acababa de clasificar para la final de la Eurocopa del 2012 tras eliminar a Portugal en la tanda de penaltis y la Policía Nacional culminaba en el peaje de Vilaboa de la autopista una investigación antidroga que había comenzado dos años antes. Desde Huelva la Comisaría capitalina fue informada de la identificación de un joven vigués que portaba consigo una importante cantidad de dinero en efectivo.

El pasado 14 de octubre, Isaac O. C. y Francisco G. F. identificaron en la Audiencia Provincial a un tercer joven, Diego O. P., como la persona que les había facilitado los 217 gramos de cocaína que los agentes les intervinieron aquella madrugada de junio del 2012. Ambos aceptaron tres años de prisión, pero el tercero negó cualquier relación con la droga.

En su defensa, entre otras cuestiones, sostuvo que los efectos que los agentes encontraron en la vivienda de su abuela de Soutelo de Arriba, en Caldas, y que vincularon con el trapicheo, en realidad los empleaba para la cría de lagartos. Añadió que los otros dos acusados se habían desplazado hasta este domicilio, no para adquirir la partida de cocaína en roca que luego presumiblemente iban a vender en Vigo, sino para recoger una videoconsola que supuestamente les había reparado.

Tales afirmaciones no convencieron a los magistrados de la Audiencia de Pontevedra, pero tampoco a los del Supremo. Estos últimos acaban de confirmar los cuatro años de prisión y multa de 12.985 euros que los primeros impusieron a Diego O. P.

En su sentencia, concluyen que «en las actuaciones existe prueba suficiente y con contenido inculpatorio». En este sentido, se destaca las declaraciones de los otros dos acusados inculpando a este último, así como la de los policías, pero también la de un testigo que afirmó que había escuchado a Diego admitir «que seguro que ??habían pillado?? a los otros dos condenados». Además, de que en la vivienda donde supuestamente se llevó a cabo la transacción fue hallada una máquina envasadora, que el acusado insistió en que era un útil de trabajo en su afición por criar lagartos. No le creyeron.