Los mejores tiradores policiales y militares se retan

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El torneo organizado por la Guardia Civil en Pontevedra se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en el de mayor repercusión de todo el norte peninsular

27 sep 2016 . Actualizado a las 20:40 h.

Cada uno de los cuatro ejercicios reproduce un escenario que, en teoría, se podría dar en cualquier intervención policial, ya fuera una toma de rehenes o una operación en la que los «malos» respondieran con sus armas de fuego a la presencia de los agentes. De este modo, combinando reflejos, puntería y rapidez, algunos de los mejores tiradores de la Guardia Civil, la Policía Nacional y Autonómica, así como de distintas plantillas de la Local, caso de Pontevedra, Vigo, Nigrán o Ferrol, así como del Ejército se han citado estos días en Pontevedra para tomar parte en el campeonato que organiza el instituto armado desde hace veintiséis años para conmemorar el Pilar, la patrona de este cuerpo.

Este año se han inscrito un total de 113 profesionales, la cifra más alta de cuantas ediciones se han desarrollado. «Cada año esto va a más», apunta Manuel Picón, uno de los impulsores. De este modo, el torneo pontevedrés se considera como el mejor campeonato de la zona norte peninsular y uno de los mejores de todo el territorio nacional, con la excepción del campeonato de España y la Copa del Rey.

En Pontevedra no se disputa tiro estático o de precisión, sino que se pone el acento en el tiro de combate o IPSC. «Son situaciones que nos podemos encontrar hoy en día en un operativo policial. Siempre se nos va a dar el caso de alguien que nos viene a agredir», añade.

Atrás quedan los inicios en los que apenas esta cita atraía a apenas una decena de agentes, en su gran mayoría del entorno de Pontevedra. De aquellos primeros compases, Manuel Picón recuerda que no disponía de gente suficiente para toda la logística de un torneo de estas características, por lo que «venían mis hijas, que tenían entre 6 y 10 diez años, y algún hijo de un subteniente y eran los encargados parcheaban los blancos». Esto es, eran los encargados de tapar los agujeros que producían los proyectiles al impactar sobre los objetivos.

Tampoco disponían de medios tecnológicos para evaluar la puntería de los participantes y todo se restringía a papel y bolígrafo. ¿Y si surgía alguna discusión relativa a alguno de los disparos? «Pues metías un bolígrafo o una bala por el agujero para confirmar donde había dado», apunta Picón entre risas, quien confiesa que nunca se imaginó el auge que iba a alcanzar esta prueba, sobre todo, en estos últimos años.