Capotillo

La lección del 2015 no sirvió para acercar posturas entre el gobierno municipal de Pontevedra y los partidos de la oposición, atenazados por mutuas desconfianzas

18 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Vaticinar que ocurrirá mañana lunes en el pleno de la Corporación que abordará el debate de los Presupuestos del Ayuntamiento de Pontevedra para 2017 resulta complicadísimo debido a las incertidumbres existentes y a las variables posibles. Como falte uno solo de los trece concejales de la oposición ya sea por enfermedad, viaje o bien se produzca cualquier otro cambio imprevisto, podría darse «un giro inesperado de los acontecimientos» que a priori no se espera.

Si impera la previsibilidad, asistiremos a un debate bronco, con una esperable retirada del presupuesto que defiende el gabinete nacionalista lo que abrirá futuras hipótesis sobre la posible prórroga del actual orzamento y la probabilidad de que el alcalde pudiera someterse a una moción de confianza.

Miguel Fernández Lores y sus concejales del BNG se consideran «víctimas y mártires» frente al fuego cruzado de los demás grupos políticos de la Corporación. Por su parte los concejales de PP, Marea, PSOE y Ciudadanos culpan al Bloque de haber propiciado un estéril diálogo de sordos que impidió acuerdo alguno que posibilitase la aprobación de los presupuestos. Y sus respectivos portavoces niegan que la pinza de votos en contra responda a un fin oculto, a un afán de derribar a los nacionalistas.

Lores, por su lado, se ha enrocado en una posición que ya parece numantina invitando a los demás grupos a derrocarle mediante una moción de censura que semeja tan imposible como inimaginable. Pero el recurso retórico del alcalde le está cundiendo como argumentario aunque recaiga en el ya comentado «síndrome de Calimero».

Simas infranqueables

Lo cierto es que más allá del reparto de responsabilidades y culpas que se achacan mutuamente, gobierno y oposición municipal han demostrado una manifiesta incapacidad para llegar al más mínimo acuerdo político que garantizase un presupuesto para la ciudad de Pontevedra durante 2017. Las reuniones celebradas en las semanas anteriores evidencian la existencia de simas infranqueables. Ya sea por diferencias políticas insoslayables; ya por antipatías que trascienden del ámbito personal

A diferencia de las cuatro legislaturas anteriores en las que el BNG dispuso de la ayuda del PSOE, ahora mismo, la distancia entre nacionalistas y socialistas es enorme. Particularmente entre el jefe de filas del PSOE, Tino Fernández y sus anteriores socios de gobierno. Las tentativas de acercamiento se han estrellado contra la mutua incomprensión. En esta situación, el más incómodo es sin duda el BNG que lleva muy mal estar permanentemente en jaque. Las tensiones son patentes y supuran en declaraciones como las recientes de César Mosquera y hasta Ana Pontón reclamando que alguien en el PSOE meta en cintura al grupo municipal socialista de Pontevedra cuya oposición beligerante les chirría. Aunque suponga una clara injerencia.

Postureo y mal ambiente

Pero ni el gabinete de Lores parece haber asumido que deben bajar a la arena y plegarse a negociar de veras. Y no como un postureo. Ni los grupos de la oposición han acudido con propósito sincero de llegar a acuerdos. Probablemente por que no se fían.

Es obvio que lo ocurrido hace un año cuando el gobierno municipal aprovechó la baja por intervención quirúrgica de un concejal del Partido Popular para aprobar el presupuesto de 2016 gracias al voto de calidad que la legislación otorga en situaciones así al alcalde, es una faena que no olvidan ni perdonan los grupos de la oposición. Lores y su gabinete se aprovecharon de una circunstancia de modo éticamente reprobable aunque perfectamente legal. Desde aquel 7 de diciembre de 2015, existe un recelo insalvable.

Golf: Profesionalizar la gestión

El aldabonazo dado por los comuneros de Silván (Meis) sobre las finanzas del campo de golf público de Monte Castrove tiene por objetivo principal a los 9 alcaldes de los concellos -entre ellos Pontevedra, aunque no va ni se le espera- que integran el patronato de la Fundación que rige esa instalación construida con dinero público, desde hace dos décadas. Los comuneros presionan porque el próximo martes 20 hay convocada reunión del patronato.

La situación real es que la instalación deportiva subsiste con una economía muy ajustada gracias a las cuotas mensuales de los abonados (alrededor de 900) y merced a diversos recortes económicos aplicados en los últimos años por el descenso de socios que llegaron a ser 1.500. Los asociados aguantaron subidas de precios (aún así muy accesibles) y la plantilla (formada por vecinos de Silván) dos reducciones salariales que asumieron a cambio de evitar siquiera un despido y, también, una rebaja pasajera del canon mensual que los comuneros perciben por la ocupación de los terrenos.

El aviso traslada un mensaje de intranquilidad innecesario pues hay mucho margen para reconducir la trayectoria. El primer torpedo apunta al actual gerente, responsable de los recortes bajo las órdenes del presidente de turno de la Fundación, José Luis Pérez, alcalde del PP en Meis quien es realmente la pieza de caza mayor a cobrar. Por medio, ha levantado la mano el club Chan do Fento que forma parte del Patronato por su condición de fundador y promotor de la instalación. Reclama mayor participación para propiciar una gestión más profesionalizada.