Detenido un monitor de tiempo libre por grabar a menores en el baño y difundirlo a mil pedófilos

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El pontevedrés colaboraba con un británico que era el delincuente sexual más buscado de Gales

27 abr 2017 . Actualizado a las 07:31 h.

Tenían una red de distribución de pornografía infantil difícil de desmontar. Principalmente, porque solo compartían los archivos con personas de confianza. Cada una de estas tenía una contraseña individualizada que impedía acceder al material a usuarios no autorizados. Entre todos llegaban a más de mil destinatarios. A la cabeza de esta organización estaban, presumiblemente, un pontevedrés y un ciudadano británico con antecedentes por este mismo tipo de delitos que estaba huido desde el 2006. Es, de hecho, uno de los delincuentes sexuales más buscados en Gales. En el momento de su detención se encontraba en Málaga, provincia en la que, aunque residía, no tenía domicilio fijo ni constaba en ningún registro oficial.

De ahí que la operación Titan II, coordinada por el Violent Crimes Against Children International Taskforce, un grupo de trabajo internacional dedicado a la lucha contra los delitos violentos y de naturaleza violenta cometidos contra menores de edad liderado por el FBI, fuera tan compleja. Mientras, aquí en España el Grupo de Delitos Telemáticos de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil se encargaba de investigar a los sospechosos.

Cámaras en los baños

Fue este cuerpo de seguridad el que dio con el pontevedrés y descubrió que se aprovechaba de su actividad como monitor de tiempo libre para instalar cámaras ocultas en los cuartos de baño de las instalaciones en las que trabajaba para grabar a los menores, y posteriormente distribuir el material a través de Internet.

Empleaba para ello estrictas medidas de seguridad para ocultar su identidad online, pero no pudo impedir que los investigadores descubrieran que se conectaba a la Red habitualmente desde redes inalámbricas en distintos establecimientos públicos, utilizando para ello diferentes dispositivos portátiles, entre ellos al menos tres ordenadores y un teléfono móvil, para evitar dejar un rastro digital.

Todas estas precauciones le sirvieron para retrasar su identificación y arresto, pero no para evitarlo. Tampoco lo consiguieron varias decenas de las 142 personas a las que ya estaban investigando las fuerzas de seguridad, y que pasaron ayer a disposición judicial en diferentes países.

Ni lograron impedir que el detenido de nacionalidad británica fuese capturado junto a un dispositivo de almacenamiento portátil del que intentó deshacerse, y que contenía más de 80.000 archivos que mostraban abusos a menores de especial dureza, tanto por la edad de los niños, como por las prácticas a las que eran sometidos.