La financiación bloquea la apertura de pisos para enfermos mentales

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La asociación Alba urge más plazas para evitar que los usuarios queden en la calle

22 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La asociación Alba de familiares y amigos de personas con enfermedad mental de Pontevedra fue pionera en el año 2000 en la puesta en marcha del primer piso tutelado para sus usuarios en la ciudad. Hoy el colectivo cuenta con cuatro casas de este tipo que suman veinte plazas en total. ¿Qué balance hacen de la experiencia después de diecisiete años? Montse García González, psicóloga de Alba, la define como positiva. «La experiencia es muy buena. Lo que vemos en su evolución, tanto de la enfermedad como de ellos como personas, es positivo en la mayoría de los casos. A nivel sanitario lo que nos transmiten los médicos es que el número de ingresos disminuyen, que se estabilizan», subraya.

Tanto es así, remachan desde Alba, que la mayoría de los que residen en pisos tutelados consiguen no volver a ingresar en una unidad de agudos. Una circunstancia buena para los pacientes, pero también para el Servizo Galego de Saúde (Sergas) porque se reducen los costes. Pese a que se trata de una «inversión satisfactoria», no es fácil ampliar el número de plazas en este tipo de viviendas con supervisión técnica y que buscan una integración social lo más real posible por parte de las personas con enfermedad mental.

Alba tiene dos pisos más preparados en el municipio que podrían estar abiertos, pero que a día de hoy no tienen financiación pública. Montse García explica que en los próximos meses se va a negociar el nuevo concierto de plazas con el Sergas y la demanda de la asociación es abrir al menos uno. Hablan de que es una «necesidad imperiosa» que choca con la falta de recursos económicos, agudizada por la crisis. Con el Sergas están concertados los cuatro pisos actuales de Pontevedra y es la Administración sanitaria quien deriva a los usuarios. Desde el colectivo creado en 1997 hacen hincapié en que el dinero del concierto no es suficiente, de hecho el aumento del coste/plaza es una de las demandas.

El Concello de Pontevedra aporta 13.000 euros al año para contribuir al mantenimiento de los cuatro pisos. Pero el coste del servicio es superior, aclaran desde Alba. La asociación llegó a plantearse abrir el quinto piso sin esos recursos económicos, aunque de hacerlo sin financiación pública tendrían que ser plazas privadas, lo que dejaría fuera a la mayoría de las personas que podrían acceder.

«Hay gente en la calle que se podría beneficiar. Es muy doloroso que venga alguien a solicitar una plaza y decirle ‘‘no tengo’’ y que se vaya a la calle», señala la psicóloga de la asociación. Cada uno de los cuatro pisos actuales tiene cinco plazas. En esas viviendas conviven personas con una enfermedad mental diagnosticada, normalmente trastorno bipolar o esquizofrenia, bajo supervisión técnica.

Joaquín Lorenzo vive en uno de ellos con otros cuatro compañeros. Él fue uno de los primeros usuarios de esos pisos tutelados de la asociación Alba. Natural de Ponte Caldelas y con un trastorno bipolar diagnosticado a los 11 años, destaca que residir en una de esas viviendas es lo más parecido a tener una vida autónoma. Él dice que sus compañeros son «su segunda familia». Asegura que la convivencia es buena, aunque como pasa en todas las familias «a veces hay que ponerse serio para que hagan las cosas de casa».