El yacimiento con aspecto de obra eterna que no convence

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Los restos hallados iban a ser un museo y se quedaron en el camino. Tienen puntales y tubos al aire. ¿Deben seguir así?

22 jun 2017 . Actualizado a las 10:50 h.

«Igual los expertos dicen que esto es bonito. A mí, personalmente, como vecina, me parece horrible. Para estar así era mejor tapar todo, no digo que estén sucios como estaban antes, pero no son bonitos». Así habla una residente del entorno de la plaza Valentín García Escudero sobre la zona y, concretamente, sobre los restos arqueológicos que salieron a la luz en el 2006 y que tienen una apariencia de eterna obra. Sí. Porque, como no se hizo el museo que en principio se ideó para la zona -en el que se pensaba invertir la friolera cifra de ocho millones de euros- los restos que aparecieron, que resumen la historia de la ciudad desde Roma hasta el siglo XX, quedaron en una especie de limbo. Están a la vista, pero con puntales de obra, tubos al aire y, en general, un aspecto difícil de defender, al menos para los vecinos, que indican que «la imagen del sitio no es la mejor».

Empecemos haciendo memoria. A finales de los años ochenta, en unas excavaciones en esta plaza, ya habían aparecido un miliario romano -columna que se colocaba al borde de las calzadas romanas-. Pero la mayoría de los restos quedaron al descubierto ya entrado el siglo XXI. En el 2006, se inició una obra de reforma urbana en el entorno de Valentín García Escudero. Aparecieron dos miliarios más, dos de los arcos originales del puente de O Burgo, parte de la muralla, restos del muelle medieval, los cimientos de la primitiva plaza de abastos... tantos restos y de épocas tan distintas que los arqueólogos señalaron que se trataba de la «zona cero» de la historia pontevedresa de todos los tiempos. El caso es que, animado por esta cuestión, el Concello llegó a anunciar una inversión millonaria para acometer un museo de la Historia en la zona. Nunca vio la luz. Es más, el entorno estuvo años preñado de plásticos y basura hasta que, en el 2013, se le dio un buen lavado de cara.

De aquella fecha es el parque infantil que hay en el entorno, que mantiene bien el tipo. Pena que justo detrás, en la parcela donde se anunció la construcción del polémico tanatorio, haya una pared llena de grafitis que poco favor le hacen a la estética del entorno. Pero volvamos a los restos. Hoy por hoy, solo hace falta pararse un rato a observarlos para comprobar que, en realidad, tal y como están, no llaman la atención a demasiadas personas. Ni siquiera los peregrinos que pasan a media mañana se paran ante ellos. «No sé lo que es, en ninguna guía lo vi señalizado, no voy a parar», señalaba un caminante francés.

Quien sí se paraba ayer ante los restos era Manuel Castro, un arquitecto de Ferrol que acudía a Pontevedra por cuestiones laborales. Tras echarle un vistazo a los restos, concluía: «A mí así no me gustan, pero, ojo, posiblemente haya quien diga otra cosa. Yo soy partidario de que si la estructura no se sostiene sin los puntales, hay que reforzarla. Pero ya digo, es una impresión personal. Así no está bonita, a mi parecer», señalaba el hombre.