El sanatorio que antes curaba ahora enferma a los vecinos

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

María Hermida

Quienes viven en las proximidades del antiguo centro de salud se quejan de tener que convivir con la maleza que lo devora

30 jun 2017 . Actualizado a las 17:24 h.

El 8 de septiembre de 1926 se produjo en Pontevedra el que acabó siendo el acontecimiento del año: ese día se inauguró el sanatorio Marescot. Las crónicas de la época no dejan lugar a dudas de lo que suponía la apertura de aquellas dependencias sanitarias, el sueño del doctor Enrique Marescot. Se decía que el proyecto combinaba modernidad -contaba con lo que entonces era la técnica más avanzada, un equipo de Rayos X- y elegancia y que el hecho de estar en plena ciudad pero rodeado de verde lo hacía único. Este último detalle, el que se tratase de un sanatorio entrañable por el vergel que lo rodeaba, es ahora mismo su gran castigo. Resulta que el centro lleva cerrado algo más de nueve años. Y que el verde, ese que antes lo hacía elegante, se ha desmadrado tanto que ahora mismo directamente devora a las instalaciones. El edificio sufre en silencio. Pero los vecinos que viven cerca, no. Ellos se quejan. Critican con dureza que en medio de la ciudad no se vigile más que unas instalaciones en desuso estén limpias.

Empezamos en una pequeña plazoleta separada únicamente por un vial a lo que sería la parte de atrás del hospital, cerca del río Gafos. Una vecina explica que lo que ahora está completamente devorado por la maleza, que llega hasta el segundo piso, antes era la zona de hospitalización. «Es increíble, yo misma estuve ahí porque me operara en el Marescot y mira ahora... esto no puede estar así. De aquí vemos salir de todo, ratas, culebras... de todo, es un asco», se queja esta mujer. Indica que la última vez que se limpió la maleza, que rebosa tanto que se come parte del vial, el trabajo lo hizo un vecino de la zona «que le daba asco como estaba esto». Reclama que el Concello se preocupe de este asunto.

Bien vallado

Seguimos en la calle Ramón Peña. Ahí, en el portalón del antiguo sanatorio, puede verse cómo evolucionan las cosas dentro de la finca del viejo hospital. En realidad, dentro la maleza está un poco más controlada. Parece que se hicieron limpiezas. Eso sí, hay montones de rastrojos apilados pero sin recoger. En esa zona a algunos vecinos les llama la atención que se mantenga la señal de no aparcar delante del portal del sanatorio. «Como si fuese a entrar alguien ahí», señala con ironía un vecino, que también indica: «Esto es un foco de porquería, está mal cuidado». Lo que sí queda patente en Ramón Peña es que, al contrario que pasa con otras edificaciones en desuso, el viejo Marescot está bien vallado, con lo que no es fácil que alguien pueda colarse.

La otra zona por la que puede vislumbrarse el interior de la finca es la de Manuel del Palacio. Ahí, los vecinos no solo se quejan de que la finca del viejo sanatorio no tenga la limpieza suficiente, sino que indican que el muro que la rodea es «totalmente antiestético».

Un hombre entrado en años, mira hacia dentro y piensa en voz alta: «Lo que fue y lo que es ahora este sitio».