«Non rachedes o rural»: grito desde Pontevedra para que el Gobierno pare la A-57 y no «tire ao lixo» 105 millones en solo cinco kilómetros de autovía

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Afectados por la A-57 junto a los portavoces de Greenpeace, Amigas da Terra y Ecoloxistas en Acción.
Afectados por la A-57 junto a los portavoces de Greenpeace, Amigas da Terra y Ecoloxistas en Acción. CAPOTILLO

Greenpeace, Amigas da Terra e Ecoloxistas en Acción unen sus fuerzas a los de la plataforma de afectados por esta infraestructura; que llevan veinte años luchando para evitar que se haga realidad «un vial que non serve para nada»

14 dic 2023 . Actualizado a las 17:46 h.

Flanqueadas por responsables de Greenpeace, Amigas da Terra e Ecoloxistas en Acción, las portavoces de la plataforma de afectados por la construcción de la autovía A-57, es decir, por la puesta en marcha por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, de un vial que supuestamente es la circunvalación de Pontevedra pero que en la práctica supone la construcción de una vía de alta capacidad que cruza de lleno dos parroquias del municipio, Bora y Xeve, mostraron su rechazo a esta obra. Hablaron con palabras fuertes para mandarle un mensaje claro al Gobierno de Pedro Sánchez sobre un vial cuyo trazado es muy similar al de la AP-9, ya que parte de Vilaboa, por donde pasa la autopista de siempre, y desemboca en Barro: quieren que se paralice la construcción de la autovía A-57. ¿Por qué? Por múltiples razones, entre ellas el «hachazo medioambiental» que supone y el hecho de que parte en dos el rural pontevedrés, pero también por una cuestión práctica. Consideran que no sirve para nada, que se van a «tirar ao lixo» los 105 millones de euros presupuestados solo para los cinco kilómetros del segundo tramo (el primero tiene las obras avanzadas y el tercero todavía permanece verde). 

Habló primero Manuel Santos, portavoz de Greenpeace en Galicia. Y lo hizo pensando en la ciudad en la que estaba pronunciando sus palabras, es decir, en Pontevedra. Dijo que esta urbe tiene un modelo muy concreto, que se pone de ejemplo en toda Europa, y que la A-57 choca frontalmente con las políticas sostenibles y para las personas. Señaló que ante una emergencia climática como la actual es imperdonable que se pretenda construir una carretera que prácticamente discurre paralela a la AP-9, que el proyecto debe borrarse del mapa y centrar los esfuerzos en restaurar el primer tramo (cuyas obras se supone que están en la recta final). «Se o que se quere é mellorar a mobilidade non se pode optar por construír estradas que impliquen mover máis vehículos e máis uso de combustibles fósiles. Necesitamos políticas de transporte sostibles». Y le echó en cara al BNG y al PSOE que en sus acuerdos de Gobierno incluyan tanto la rebaja de la AP-9 y la puesta en marcha de un servicio de trenes de cercanías entre Pontevedra y Vigo y que sin embargo luego opten por este tipo de infraestructuras: «Non é necesaria, non é funcional. Que invistan todos eses cartos en mellorar a rede de transporte público. No rural galego non fan falta autovías, fan falta servizos», señaló. Posteriormente, indicó también que Galicia está ya a la cola de España en cuanto a extensión declarada como Rede Natura y que aún encima se hacen infraestructuras que la amenazan: «Aquí póñense en risco seis mil metros cadrados de Rede Natura»

Habló después Adriana Echeverría, de Amigas da Terra, que también incidió en que no es de recibo que en un momento de emergencia climática se opte por la política trasnochada de construir nuevas infraestructuras por un sitio por el que ya discurre otra vía de alta capacidad. Señaló que «esta estrada vai ser un castigo ao rural galego e habería que ter en conta que Pontevedra non é unha illa climática, que o que se vai facer aquí vai ter una repercusión moi grave». Y sus palabras las completó Cristóbal López, de Ecoloxistas en Acción, que se centró sobre todo en la ruptura social que va a suponer este nuevo trazado en parroquias como las de Xeve y Bora: «A afección é tremenda e sobre todo é innecesaria. Vaise poñer un muro que non ten sentido ningún entre os veciños desas zonas. Por iso dicimos rotundamente que non a este proxecto e pedimos que se restaure o dano feito no primeiro tramo». 

Mari Carmen Tenorio y Estela Eirín, portavoces de la plataforma de afectados, también ofrecieron un rosario de argumentos. Y lo hicieron, como es habitual en ellas, desde dos ámbitos: el de la cabeza y, también, el del corazón. Tras veinte años pendientes de los vaivenes de esta infraestructura, de que dependiendo de quién estuviese en el Gobierno se decidiese una cosa u otra y de que a lo largo de los años llegasen a presentar miles de alegaciones, podrían escribir un libro aportando cifras sobre la afección a casas (calculan que en el segundo tramo se derribarían catorce viviendas, pero más de cien quedarían pegadas a la carretera, con trincheras delante o debajo de viaductos, soportando el ruido de los coches) o del drama medioambiental que supone construir tres viaductos y que el trazado atraviese la parte del río Lérez con mayor valor ambiental. Así como porcentajes del escaso tráfico al que daría salida esta nueva infraestructura en comparación con los daños que calculan que supondrá. Pero lo que cuentan ahogando las lágrimas no es eso, sino cómo se imaginan que va a ser el futuro en el corazón rural de Pontevedra, en Bora o Xeve, donde ellas consideran que hay gran calidad de vida: «A xente que vive aí é case toda maior. É xente que se xunta para contar os contos e falar dos netos. ¿Que van facer cando teñan que percorrer dous quilómetros para xuntarse porque unha estrada vai rachar as súas aldeas? Non queremos irnos do rural, no rural fai falta xente e servizos, non unha autovía que non é funcional», concluyen. Y con sus voces rotas prometen que seguirán dando la batalla. Creen que lo que se está jugando Pontevedra es demasiado importante como para mostrar el más mínimo síntoma de cansancio tras dos décadas batallando con la A-57.