La crisis de los bolardos

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

El subdelegado del Gobierno amonesta al Concello de Pontevedra por poner más trabas urbanísticas al trabajo de las patrullas policiales y bomberos

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta crisis de los bolardos no deja de ser el enésimo ejemplo del agotamiento que atenaza al denominado modelo de cidade al que sigue asido como gran mantra este y anteriores gobiernos municipales desde hace más de 24 años. Más allá del relato oficial que nos coloca machaconamente el Concello a través de su maquinaria de comunicación, la auténtica realidad que vivimos los pontevedreses y foráneos con la organización del tráfico en la ciudad, es que la improvisación es el combustible principal. Es la gasolina con la que se retroalimenta el discurso y que luego se maquilla de una pretendida planificación para sostener la estrategia informativa que se ha tejido durante siete mandatos consecutivos.

La explicación que el gabinete municipal pretendía colarnos para justificar la instalación de bolardos en el tramo de la calle Peregrina y la fuente de la Boa Vila, en plaza Compostela, es la enésima demostración de cómo inventarse un pretexto, a tenor de los acontecimientos, cuando era evidente que se carecía de una argumentación técnica suficiente o que se barajasen otras alternativas menos lesivas. El propósito de los bolardos sería impedir el paso de furgonetas de reparto (pero también de otros vehículos, entre ellos policiales y de emergencias) que atajan por esas calles que son de uso peatonal prioritario.

El Concello actuó en base a sus competencias sobre tráfico, pero una vez más lo hace a espaldas de la realidad, del interés general y de otras Administraciones públicas. Poniendo en riesgo la pronta respuesta de las fuerzas de seguridad —incluidos los propios Bomberos municipales— en el caso de que tuvieran que atajar por ese tramo de Peregrina para acudir a una emergencia en ese sector de la ciudad.

Amonestación gubernativa

Fue el propio subdelegado gubernativo, principal autoridad de la provincia en materia de orden público, quien amonestó al Concello por poner una vez más trabas al trabajo policial. Abel Losada, citando un informe redactado por la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, indicó que tanto esos bolardos en rúa Peregrina como «otros obstáculos ya existentes» en otras calles de la capital, «impiden el acceso de los vehículos policiales a determinadas zonas céntricas, de tal modo que comparto plenamente la preocupación de la Policía Nacional». Y una vez que Losada ha comprobado en carne propia cómo se las gastan Lores y equipo en estos temas, esquivando la oferta de posibles entendimientos y después falseando supuestos acuerdos, ha reaccionado dolido. Así pues, el subdelegado ha decidido expresar su «máxima preocupación por las restricciones que comprometen la operatividad de la Policía Nacional en la ciudad de Pontevedra».

Y a la crítica acaban de sumarse los Bomberos del parque municipal de Pontevedra a través de sus representantes sindicales. Advierten que bolardos y otros elementos del mobiliario urbano del llamado modelo Pontevedra dificultan o incluso imposibilitan el acceso de sus vehículos para extinguir un incendio o atender un rescate. Lo saben por experiencia propia cotidiana. Con algún caso muy grave como el incendio del edificio donde se asentaba La Moda Ideal, sito entre Michelena y los Soportales de A Ferrería, destruido el 1 de febrero del 2016. La escasa dotación de que se disponía (8 bomberos) y las dificultades de acceso para atacar el fuego, tuvieron que ser contrarrestadas con el valor de los efectivos.

En este tema llueve sobre mojado. Hagan un repaso mental. Verán la cantidad de obstáculos que la política de inmovilidad de los gobiernos municipales ha ido colocando por gran parte de la ciudad. Con César Mosquera en la sala de máquinas, cocinando ocurrencias como cerrar Reina Victoria, Alfonso XIII y, en breve, parte de Eduardo Pondal; abarrotando de lombos las vías de acceso al Gran Montecelo; generando el cuello de botella que a diario se repite en el entronque de María Victoria Moreno, Rosalía de Castro y Manuel del Palacio; metiendo una carga de tráfico tremenda en calles no preparadas para ello como Ribeira dos Gafos, Palamios y Pastor Díaz; o fomentando disparates como el que se vive a diario en la calle Riestra, con tráfico en dos sentidos por una vía de uso peatonal preferente… En fin ¡qué cabe esperar!

Otra promesa escarallada

Por cierto, esta crisis de los bolardos puede volatilizar las posibilidades de otra de las pretendidas sucesoras del sempiterno regidor. ¡Vaya racha! Primero Anabel Gulías, debilitada por algunas desafortunadas comparecencias como voceira. Como cuando intentó justificar por qué el chalé de Marcón, donde vive el alcalde, carecía, inexplicablemente, de licencia municipal de ocupación ¡desde hacía 22 años! Algo que saltó cuando el regidor decidió construirse una piscina en la finca. Luego Carme Da Silva, quemada por el garrafal fallo con el contrato del alumbrado navideño del 2022, que desembocó en el papelón Grinch que tuvo que hacer Lores.

Y ahora Eva Villaverde naufraga intentando justificar, con una mentira, la colocación de esos bolardos en calle Peregrina en aras a una pretendida decisión colegiada entre Concello, Subdelegación de Gobierno y cuerpos policiales que nunca existió. Un embuste de la primera teniente de alcalde que ha tenido que desenmascarar el propio subdelegado.