Las dos bodas falsas de Maca y Sergio y su sueño de casarse de verdad

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SANXENXO

Ramón Leiro

Su historia de pareja es una rosa sin espinas; y eso que costó que los demás entendiesen que sus discapacidades no limitan su amor

27 jun 2017 . Actualizado a las 13:14 h.

La historia de Maca y Sergio hay que contarla teniendo en cuenta lo que ellos son: dos personas enamoradas hasta la médula. Viéndolos sentados en el banco de un parque pontevedrés, observando cómo se miran, da la impresión de que en sus estómagos siguen revoloteando esas mariposas maravillosas de todo inicio de relación. Parecen dos tortolitos que acaban de empezar a salir. Pero no lo son. Su amor es veterano. Llevan más de diez años juntos. Maca le acaricia la pierna a Sergio, le mira y le dice que tiene «un corazón enorme». Sergio, con sonrisa, le pasa la mano por el hombro a su amor y señala que Maca cuenta con la responsabilidad que él a veces le falta. Su complicidad y su magia son tales que uno se imagina que en su día debieron de tener uno de esos flechazos fulminantes que hacen que luego todo sea sencillo, fácil y maravilloso. Pero su historia no fue exactamente así. Hubo bastantes barreras que sortear. Los dos tienen parálisis cerebral. Y ambos tuvieron que demostrar, no a ellos mismos, que lo saben de sobra, sino al mundo, a su microcosmos, que sus discapacidades, quizás limitantes para alguna otra cosa, nunca les impedirán quererse.

Sergio y Maca se conocieron en el centro de día de Amencer, donde los dos llevan media vida. Él tuvo que aplicarse a fondo para enamorarla. Lo cuenta con el humor ácido que le caracteriza: «Al principio fue difícil... pero ahora me adora. Ahora ya no quiere a ningún otro», indica. Ella se ríe y confirma que, efectivamente, al principio dudó. Bromea también y señala que le convenció lo guapo que es, «solamente eso». El caso es que empezaron a salir juntos. Se ven cada mañana en Amencer. Aunque reconocen que ahí cada uno tiene su vida. A él se le da bien escribir. Publicó un relato corto y también hizo sus pinitos como guionista. Ella crea con las manos. Es experta en hacer cerámica, le gusta pintar cuadros y de su imaginación y maña puede salir cualquier manualidad. Por la tarde, como ellos dicen, «cafelito primero», y después sus momentos románticos: cine, paseos, excursiones, alguna riña...

La suya es, en principio, la historia de muchas otras parejas. Pero hay alguna diferencia. Maca tiene 42 años y Sergio 41. Después de una década juntos, les gustaría compartir casa, poder decirse buenas noches uno al lado del otro y amanecer juntos. Como cualquier otra pareja. Pero de momento no lo lograron: «Nosotros necesitamos un apoyo para algunas cosas. Y si nos vamos a vivir juntos quizás nos darían ese apoyo, pero nos retirarían el dinero que nos dan para venir a Amencer. Las dos cosas no serían posibles y Amencer... Amencer es nuestra vida», dice Sergio y Maca asiente. Confían en que quizás algún día la entidad a la que pertenecen construya una residencia y ellos puedan vivir en ella. O en que las cosas cambien. No les agobia el futuro, quizás porque su presente les llena. Pero sus rostros sonrientes se iluminan cuando hablan de una boda de verdad. ¿De verdad? Sí, porque de mentira ya llevan dos.

El tipo duro que está a raya

Rosa, trabajadora de Amencer, habla por ellos cuando se trata de recordar su primer enlace ficticio. «Es que fue mundial aquello. Fue hace unos cinco años, nos fuimos a Sanxenxo al Galatea. Y, una vez en el hotel, les montamos una boda sorpresa, con otros compañeros haciendo de cura, con un vestido ibicenco para Maca y con velo, con un traje para Sergio... fue genial. Y en el hotel se sumaron a la fiesta. Les pusieron las copas para brindar y les dieron la espada para cortar su pastel. Ellos lloraron un montón, fue tan bonito...». Maca y Sergio sonríen. Aunque él, que le gusta el papel de duro, dice: «Yo no lloré tanto». Rosa, cómplice de su amor desde el principio, asevera. «Él va de canalla, pero ella le tiene a raya. Ella es la que manda». Sergio no se calla: «No te equivoques, solo le hago creer que es la que manda». Maca se ríe, le mira y dice: «Al final es muy bueno, tiene corazón».

Hace unos días, Amencer estaba organizando un desfile. Se pensó en convertir a Maca y Sergio en modelos nupciales y que se casasen de nuevo de forma ficticia. Dudaron si querrían, porque Maca está pasando un momento familiar delicado. Pero ellos aceptaron encantados. Fueron felices sobre la pasarela. Quizás algún día también lo sean en una real. O no. Lo bueno es que ambos tienen claro que mientras tanto no se limitan a esperar. Se dedican a vivir. A quererse. Y a ser felices, que de eso se trata.