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Apple dice adiós al iPod clásico

iker cortés MADRID / COLPISA

OCIO@

La compañía jubila el dispositivo que la llevó a recuperar el pulso tecnológico

15 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El pasado martes, Apple no solo presentó sus tres nuevos productos. Después de que Tim Cook, director ejecutivo de la firma, glosara las bondades de las nuevas propuestas -el iPhone 6, el iPhone 6 Plus y el Apple Watch-, sucedió algo inesperado: el iPod Classic, la última versión del primer reproductor de música digital que la compañía puso a la venta, desaparecía de la tienda del fabricante. Tras trece años de servicio, la empresa de la manzana mordida jubilaba un dispositivo responsable en gran parte de que Steve Jobs y los suyos recuperaran su pulso en la industria tecnológica, recién entrado el siglo XXI. No es para menos. Hasta septiembre del 2012, la compañía había puesto en circulación más de 350 millones de reproductores. Sin embargo, desde el 2008, las ventas no han dejado de caer. Pese a los intentos por renovar la fórmula, el empuje de los smartphones y la música en la nube hacen que los iPod cada vez tengan menos sentido.

Un escenario muy distinto al que Jobs vislumbró en el año 2000. Apple se estaba recuperando gracias al lanzamiento del iMac y el entonces CEO tenía una idea muy clara de que el ordenador debía ser un centro tecnológico que interconectara todo tipo de dispositivos: cámaras, impresoras, reproductores de MP3... Napster, la red de intercambio de archivos musicales, estaba en pleno apogeo y los usuarios, además de descargar canciones, se estaban acostumbrando a copiar sus cedés en el ordenador. El de Cupertino vio una oportunidad y ordenó el desarrollo de iTunes, un programa que facilitaría la labor de pasar un disco al ordenador. En enero del 2001, el centro neurálgico de la música en los Mac se anunciaba al mundo con el eslogan Copia. Mezcla. Graba. Pero, como uno de los ingenieros del equipo confesaría después, ninguno de los reproductores de MP3 existentes en aquella época casaban bien con el programa de Apple. Eran dispositivos con demasiados botones, difíciles de manejar, poca autonomía y con apenas espacio para 16 o 32 canciones. Jobs, en realidad, ya había planteado en el año 2000 a su equipo de ingenieros la necesidad de desarrollar su propio aparato. Apple se aseguró el uso en exclusiva de un disco duro de 4,5 centímetros que fabricó Toshiba, que albergaba en su interior 5 GB y almacenaba hasta 1.000 canciones.

Pero aún quedaba una tarea pendiente: cómo manejar cientos de canciones de forma ágil y sencilla. Otro ingeniero del equipo, Phil Schiller, dio con la clave, elaborando una interfaz a la que Apple dice ahora adiós: la rueda. Para Schiller no tenía lógica que el usuario estuviera apretando botones constantemente así que diseñó una ruleta sin fin que se pudiera desplazar con el pulgar. Un botón en el centro servía para hacer la selección. A Jobs le encantó y propuso limitar sus funciones, de forma que para las tareas más complejas fuera necesario el ordenador.

El otro pilar del dispositivo fue su excelente diseño, responsabilidad de Jonathan Ive, que optó por usar acero inoxidable pulido para la parte trasera y plástico blanco casi nuclear para la parte frontal. Ese color iba a ser la seña de identidad durante muchos años para los usuarios del iPod. El 23 de octubre del 2001, Jobs presentaba el dispositivo a un precio de 399 dólares. Fue un éxito y representaba a la perfección la obsesión de Jobs por conectar arte y tecnología en un solo objeto.