«Es hora de dejar los sentimentalismos y llegar a los principios»

maría segade SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

El marido de la víctima 79 peregrinó por ella y por haber vencido al cáncer

30 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Roberto Fariza pisó otro 24 de julio tierras compostelanas, pero poco queda del hombre que estuvo en la capital el año pasado. Este neoyorkino con residencia en Texas es uno de los 139 supervivientes del Alvia 730 que terminó trágicamente su trayecto en Angrois. El vuelco del convoy número siete volcó doblemente su vida cuando su mujer, Myrta Lasalle de Fariza, que viajaba a su lado, se convirtió tras una breve estancia en el hospital en la penúltima víctima del siniestro, la número 79. Pero Roberto tenía una cuenta pendiente con la ciudad que este año vino a saldar dándole a la fecha un doble significado.

No solo sobrevivió a Angrois. Hace cuatro años, tanto él como su mujer prometieron realizar el Camino de Santiago si Roberto superaba el linfoma que padecía. Este 19 de julio Fariza, curado gracias a un trasplante de médula, partió desde Sarria para cumplir la ofrenda por los dos. Un tributo para la que fue su compañera de vida desde los 19 años, y que ahora con 62 sigue sintiendo a su lado.

Durante los cinco días de andadura no estuvo solo. Le acompañaron un grupo de compatriotas de Florida, con los que entabló gran amistad, y a su recorrido se sumaron diversos medios de comunicación internacionales, que no quisieron perderse su aventura. «Hay días que te despiertas solo, triste, y otros en los que te decides a saltar y haces el Camino», dice Roberto, que asegura que los kilómetros más llevaderos fueron los diez últimos, porque los recorrió con sus dos hijas mayores a su lado.

Rechazo a las medallas de oro

Una vez en Santiago, coincidiendo con el aniversario de la catástrofe ferroviaria, aprovechó para participar en la misa solemne de la Catedral y en la ofrenda floral realizada junto a las vías de Angrois. Sin embargo, no acudió al acto de entrega de las medallas de oro organizado por la Xunta de Galicia. Roberto Fariza considera que hubo demasiados intereses políticos detrás, lo que hacía que para él no tuviera ninguno.

El Camino le ha llenado de fuerzas para pasar página. «Los memoriales, el sembrado de árboles, las condecoraciones, los actos oficiales que los políticos aprovechan para sus beneficios están ahí, pero necesitamos acción», sentencia Fariza.

Desde agosto estuvo dedicado a curarse las heridas, tanto del alma como las secuelas del accidente. Se ha despedido de Myrta, y ha agradecido el premio de psicología que han bautizado con su nombre en reconocimiento a su trabajo con los niños conflictivos, especialmente los latinos. El espíritu activista de su mujer ha impregnado a Roberto, que ha iniciado acciones ante la justicia española a través de representantes americanos. Quiere cerrar el duelo con el único broche posible: la justicia para las víctimas. «Yo he perdonado al maquinista. El que tiene que rendir cuentas ahora es el Adif», afirma Fariza, y añade que «la gente está extenuada de tantas emociones. Es hora de dejar los sentimentalismos y llegar a los principios». Principios que para él y para el resto de supervivientes de la Asociación de Perjudicados por el Accidente del Alvia Santiago (Apafas) van de la mano de una comisión independiente que depure responsabilidades y destape a los culpables.

Por eso él camina, por salir del limbo judicial, por la familia de su mujer, por la luciérnaga que le iluminó un par de días durante su peregrinaje y en la que Roberto dice haber reconocido a Myrta. Por ella. Por la verdad.

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«Yo he perdonado

al maquinista.

El que tiene que rendir cuentas

ahora es el Adif»

Roberto Fariza