Nuevas obras retrasan la retirada del andamiaje de la Catedral

x.r. la voz / santiago

SANTIAGO

Los responsables de la basílica estudian aprovechar la estructura de la torre norte para alguna obra más

18 oct 2014 . Actualizado a las 01:13 h.

Las fuertes precipitaciones han llegado y la Catedral está a la expectativa de unos efectos que por ahora no son visibles, aunque sí podrían serlo más tarde. Esa misma agua que ha provocado en los pasados meses situaciones horrorosas en el interior de la basílica está siendo aprovechada por los técnicos para verificar el resultado de las intervenciones efectuadas, como es el caso de la torre norte. Aunque estaba previsto que a estas alturas estuviesen desmontados los andamios, o en la fase final de desmontadura, lo cierto es que la actual situación perdurará seguramente algún tiempo.

Esa demora obedece ahora mismo al testado de las humedades de la torre. Las comprobaciones se han venido haciendo con agua de forma artificial y ahora con el diluvio que la meteorología aporta. «No tenemos especial prisa para obtener un trabajo bien hecho y la propia empresa prefiere continuar con los testados y revisiones», señala el director de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo. Al propio tiempo que se ejecuta esta labor de test, se está perfeccionando la restauración de algunos elementos decorativos.

Pero hay otro factor que posiblemente retrasará la retirada de los andamios en la zona norte y es la incorporación de algunas intervenciones restauradoras no previstas en el proyecto. «Estamos a la espera de si es posible hacer frente a algún otro proyecto con algún tipo de financiación», resalta Lorenzo.

Vigilancia del agua

Se trata de elementos arquitectónicos situados en esa área catedralicia no contemplados en los estudios, con un coste poco elevado. La idea de ejecutar esas actuaciones se fundamenta, precisamente, en la existencia del andamio, que se aprovecharía para esos trabajos. Montar y desmontar una estructura de este tipo sí resulta costoso, por lo que seguramente se prorrogará su estancia sobre el frontispicio de la Catedral. Es decir, que la fachada seguirá un tiempo cubierta. «Desmontar el andamio podría empezar a hacerse ahora mismo si hubiese prisas, pero no las hay», resalta Lorenzo.

Entretanto, la pertinaz lluvia exige un cuidado en la vigilancia de las canalizaciones y gárgolas, junto a la observación de sus efectos en las distintas zonas de la basílica para comprobar lo que está funcionando mal. De forma previsora se han colocado elementos que permiten aislar las zonas críticas como las linternas de las capillas de Burgos y del Pilar. «Mientras no se vaya interviniendo, estos elementos aislantes van conteniendo los efectos del agua», refiere Daniel Lorenzo.

En el problema de las humedades juega un papel fundamental el cimborrio, que aporta mucha agua a la cubierta. Ya en el siglo XVI se alude al cimborrio como punto crítico por la cantidad de lluvia que recogía y que se introducía en la nave. Lorenzo advierte que ya hay un proyecto preparado para ejecutar en esta zona, financiado en buena medida por el Ministerio de Fomento.