La Xunta merma la eficacia del Consorcio para acometer obras

x.r. santiago / la voz

SANTIAGO

<span lang= es-es >Restauración en Sabugueira</span>. El Consorcio está llevando a cabo la conservación del retablo mayor de la  capilla de San Roque de Sabugueira, que se halla en muy mal estado por la humedad y la polilla. Los trabajos están a cargo de María Dolores Lago y María Isabel Vázquez y rematarán antes de fin de año.
Restauración en Sabugueira. El Consorcio está llevando a cabo la conservación del retablo mayor de la capilla de San Roque de Sabugueira, que se halla en muy mal estado por la humedad y la polilla. Los trabajos están a cargo de María Dolores Lago y María Isabel Vázquez y rematarán antes de fin de año.

Al convertir sus aportaciones en subvenciones, se pierden si en el año no se ejecutan los proyectos

18 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Está en peligro el Consorcio? El gobierno local asegura rotundamente que no, pero otras fuentes vinculadas al organismo creen que el camino que sigue la institución puede conducir a un Consorcio insustancial. Y culpan de ello especialmente a la Xunta y al propio Concello.

Las Administraciones central autonómica y local se han comprometido a diferentes porcentajes de financiación anual del Consorcio, con aportación mayoritaria del Estado. Pero no hay nada escrito sobre estas cuantías, y aunque son plurianuales el pago es anual. Y si alguien se muestra cicatero, el otro ente financiador puede apearse.

Viene ello a cuento de que la Xunta, aparte de no estar al día en sus aportaciones, ha resuelto aplicar un procedimiento presupuestario que trastoca el normal funcionamiento del organismo. Mientras Madrid aporta un 60 % del presupuesto de forma directa y no finalista, la Xunta decidió transformarlo en una subvención. Es decir, el dinero es para una determinada actuación (finalista) y hay que justificarlo antes de que acabe el año. Si no es así, se pierde, y al año siguiente lo que falta por gastar se convierte en una subvención nueva para completar la actuación sin posibilidad de añadirlo a una nueva partida para más obras. Es decir, con las cuentas comprometidas en un año, arregla dos años.

Claro está, eso obliga al personal del Consorcio a actuar con gran velocidad para que los trámites no se alarguen y se puedan ejecutar las obras y agotar el presupuesto en el ejercicio. Pero eso a menudo es imposible y la Xunta es consciente de ello. Y se frota las manos con el ahorro.

Esa tramitación administrativa es inviable, por cuanto los procedimientos son complejos. Aparte de la redacción y aprobación del proyecto, el propio proceso de contratación de la obra con todos los informes requeridos y todas las diligencias se llevan por delante varios meses y a veces la obra ni siquiera puede empezar ese mismo año. Y para la obtención de la licencia en el seno municipal siguen el turno de tramitación de proyectos.

Tendrían que ser declarados de interés prioritario para la ciudad a fin de acelerar al máximo el proceso y el permiso de obras. El resultado es una merma de proyectos y de la operatividad del Consorcio. Y ni la ciudad ni Madrid lo ven con buenos ojos.