1La celebración del 1 de noviembre ha cambiado en cuestión de pocos años, y tiene toda la pinta de que es algo más que una moda. Halloween, Samaín o Difuntos, el caso es que hosteleros, centros comerciales, colegios y grupos de amigos han decidido que hay que pasarlo de una manera distinta. Se comprobó ayer en As Cancelas, donde hubo por un lado un taller de galletas propias de la jornada impartido por la repostera Aurora Seijas. Y también hubo zonas de maquillajes terroríficos y se enseñó a los más pequeños a hacer sus propios disfraces.
Canciones
2En Área Central, A Casa das Linguas fue más allá y organizó una actuación musical en la que sus alumnos cantaron canciones en inglés relacionadas con la festividad. Muy cerca, en el centro social de As Fontiñas y en el de A Trisca, también hubo actividades, pero en esta ocasión al estilo latinoamericano. En un taller hicieron sus disfraces y, tal como ocurre en algunas culturas latinas, elaboraron cometas en las que pudieron enviar mensajes a los que ya no están entre nosotros. Todo muy enfocado para los niños. Por la noche, en cambio, los jóvenes fueron protagonistas en las fiestas temáticas de A Reixa, A Borriquita, Cachán Clube, Fraggle Rock o Momo, entre otros locales.
El éxito de de Ramón Vilar
3 El escritor y periodista Ramón Vilar Landeira presentó ayer en Ordes su novela Os televisores estrábicos, una de las revelaciones de la literatura gallega este año, editada por Xerais. Ante el público que abarrotó el salón de actos del Museo do Traxe Juanjo Liñares, Ramón Vilar, en una intervención repleta de humor, expresó su deseo de que los lectores de estos catorce relatos descubran que «algo latexa dentro», a través de personajes derrotados por la vida. El mensaje de fondo de Vilar Landeira es optimista en medio de las crisis individuales y colectivas: «Son tempos de desesperanza pero a vida hai que vivila de pé, porque de xeonllos a vida queima». El acto fue presentado por el artista visual ordense Miguel Calvo e Ignacio Carballo, delegado de La Voz en Santiago, expuso la raíces periodísticas de la narrativa de Ramón Vilar.