«El primer animal con pelo que metí en casa fue una hiena rayada»

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Ahora tiene seis, tres perros y tres gatos, algunos propios y otros en acogida

31 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La pasión por los animales le viene a Paloma Aguirre desde niña. «Es lo que tiene pertenecer a la generación Disney, que nos enseñaba el respeto a la naturaleza y valores, con Bambi y los cazadores o el tema de la perrera en La dama y el vagabundo», dice la directora del Refugio de Bando. De pequeña no le dejaban tener mascotas en casa, «pero siempre les llegaba con el típico pollo o paloma que se había caído», cuenta.

Tendría unos 9 años cuando en unas vacaciones en la costa de Alicante se encontró con un perro callejero que estaba danzando por la playa con un corte en la pata. «Era como un siete, se veían todos los tendones y ahí fue cuando me dije: si hubiera sabido cómo, lo habría podido curar; y ahí decidí que de mayor quería ser veterinaria», relata. Esa fue, con el tiempo, la carrera que acabó eligiendo y ejerciendo aquella niña de enormes ojos azules.

Su primera experiencia profesional le surgió en la facultad, cuando entró en el Parque Zoológico de Madrid, donde estuvo cuatro años como voluntaria y otros seis como cuidadora. Recuerda que llegó un cargamento de hienas rayadas, que venían de la vida salvaje, y una de ellas estaba preñada. «Cuando parió no quiso criar al cachorro por el estrés y preguntaron entre el personal quién se podía hacer cargo», explica Paloma, quien reconoce entre risas que «el primer animal con pelo que metí en casa fue una hiena rayada».

La tuvo seis meses. «Era un amor, súper cariñosa, prácticamente como un perro», dice. Y cuando tuvo que separarse de ella aprendió una importante lección: «muchas veces queremos mucho a los animales, pero tener a esa hiena tanto tiempo con un trato tan familiar no era lo mejor para ella, porque después hay que devolverlos a unas instalaciones y reintroducirlos de nuevo en ese ambiente hace que sufran muchísimo», admite.

Una «cruel realidad»

Paloma asegura que aprendió «muchísimo» en el zoológico, en donde tuvo que lidiar con todo tipo de especies, y todavía trae a la memoria la guerra que le daban los chimpancés cada vez que entraba a su jaula. «Parecía una guardería», señala. Con el tiempo, «aprendes la cruel realidad y te das cuenta que mantener un animal en cautividad, completamente sano y sin más fin que ese, es una barbaridad», añade.

En ese punto le surgió un empleo como veterinaria en Cantabria. Pasó allí otros ocho años, hasta que a finales del 2004 llegó a sus oídos que se iba a crear en Santiago un centro de acogida de animales, «con perspectiva no de perrera municipal», incide. «En realidad, fue por esto por lo que hice la carrera, así que cogí todo y vine para aquí», explica.

Hace ya más de 10 años de su desembarco en Santiago para dirigir el Refugio, en el que «me he dado cuenta de que los animales son capaces de sorprenderte para bien cuando creía que no podían hacerlo más, y en cambio las personas lo han hecho para mal». Paloma se pasaría horas hablando de los peludos que pasaron por sus manos y lucha cada día para darles una segunda oportunidad. De hecho, la veterinaria tiene actualmente en su propia casa tres perros y otros tantos gatos, algunos propios y otros en acogida.

Compostelanos en su rincón Paloma Aguirre

Paloma Aguirre Colmenar.

50 años.

Veterinaria y directora del Refugio de Bando.