«Es el culmen a un año y una tradición familiar en el fútbol»

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

ANA GARCIA

Coleccionista de ascensos, le salen doce, pero se pierde al hacer las cuentas. El último, el del Dubra, es especial

25 may 2016 . Actualizado a las 09:03 h.

Tocó sufrir hasta el último minuto, pero el equipo amarillo firmó en Dumbría el empate que necesitaba para dar el salto a Tercera División por vez primera en su historia. Para el entrenador es una sensación conocida. La vivió en el Ordes, el Cerceda, el Atlético Mineiro, el Santa Comba, el Compostela, al que llevó de Preferente a Segunda B...

-Una docena de ascensos son palabras mayores, pero supongo que para un Baleato subir con el Dubra tiene valor añadido.

-No cabe duda. Me decían al acabar que soy profeta en mi tierra. Es el culmen a un año y una tradición familiar en el fútbol. Llegar a Tercera con el Dubra es algo fantástico.

-¿Cuántos Baleatos han pasado por el equipo?

-Unos pocos. Creo que todos los de Val do Dubra.

-¿Cuándo vio que había opciones de ascenso?

-Cuando llevábamos un mes entrenando, el equipo ya tenía buena pinta. Hicimos una buena primera vuelta. Y cuando nos cruzamos con los poderosos vimos que éramos tan buenos como ellos. Lo que daban los jugadores invitaba a pensar que sí era posible conseguir el ascenso, que no era una obligación.

-No sé si para ascender, pero como mínimo para estar cerca. Esos eran los pronósticos.

-La idea el pasado verano era continuar para mejorar lo conseguido el año anterior. Si no hay ilusión por mejorar... Y al final, ascender con mi equipo, el del pueblo en que nací...

-Y con la afición muy volcada. ¿Le sorprendió?

-La verdad, un poco sí. Me llamó mucho la atención la cantidad de gente que fue a Bertamiráns. Continuó el domingo siguiente en casa. Y esta vez en Dumbría. Después, ver aficionados en los balcones, banderas amarillas... Ha sido todo muy emotivo.

-Hubo un momento en que parecía que se iban a salir del mapa. Pero luego entraron en un bache largo.

-Cuando un equipo coge esa etapa de aplanamiento, lo que quieres es salir cuanto antes de ella. Hicimos dos picos importantes, al final de la primera vuelta y de la temporada, cuando nos enfrentábamos con los de arriba.

-¿Cuál es la clave del éxito?

-La clave siempre es tener buenos jugadores, los entrenadores no hacemos milagros. Nuestro trabajo es importante para canalizar al grupo. Son veintipico, cada uno tiene su idea de fútbol, no es fácil. Unos se dejan dirigir más que otros. Pero siempre tiene que primar el equipo.

-El reto de la permanencia en Tercera es mayúsculo. ¿Seguirá usted en el banquillo?

-Ese desafío es muy grande. Pero son muchos años. El corazón me dice una cosa y la cabeza otra. La cabeza dice que toca finalizar una etapa. Todas las etapas tienen un fin. Si puedo dejarlo ahí, no seguiré.

-Parece que deja una puerta abierta.

-Hay muchos Baleatos, y mandan mucho, y uno no puede hacer siempre lo que quiere. Pero insisto, hay momentos en los que toca saber parar.

-El Dubra llevaba ocho años en Preferente, con una estabilidad financiera notable.

-Esa es la gran ventaja, ser serios en todos los aspectos. Si no llegas a tres, tienes que quedarte en dos. La gente estaba algo cansada de ver las mismas caras. Bajaba un poquito la asistencia. Por eso el ascenso llega en un muy buen momento, para el entorno, la entidad... No sé qué va a pasar. No hablé con nadie, ni con Jorge (su hijo, el director deportivo), que creo también pensaba solo en la temporada que acaba de terminar.

-¿Fue muy larga la noche del domingo?

-Cuando me fui, estaban cantando muy bien. Era ya de madrugada. Con un comportamiento excelente, extraordinario.

-¿Cuándo empezará a tomar color el futuro?

-No lo sé. Supongo que en breve. Habrá que hacer una comida de final de campaña, como es tradición, y que ahí se empiecen a sentar las bases.

-Dice Moncho Fernández que la permanencia, para el Obradoiro, es como un título. ¿Vale la misma reflexión para el Dubra en Tercera?

-Estoy totalmente de acuerdo. A la permanencia, a veces, no se le da el valor que merece. Y para muchos clubes es como un título.