Mueren cinco gatos recién nacidos que tiraron a un contenedor de Almáciga

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Á. ballesteros

Sobrevivió un sexto felino, que está siendo cuidado por una voluntaria del refugio

25 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Seis gatos recién nacidos fueron arrojados el domingo en una bolsa de plástico, llena de hojas de árboles, a uno de los contenedores de basura de la rúa de Teo, en Almáciga. Cuando un vecino del barrio pasó junto al recipiente, alrededor de la diez de la noche, escuchó los maullidos de la camada y alertó a la Policía Local. Los felinos tenían muy pocas horas de vida y, según relató una de las personas que presenció el hallazgo, aún estaban húmedos, por lo que acababan de nacer cuando fueron arrojados al contenedor.

Dos de los animales ya estaban muertos cuando fue descubierta la macabra escena. Otros dos no pudieron soportar el frío y murieron al poco tiempo, pese a los esfuerzos de dos jóvenes vecinos por intentar salvar la vida de los cuatro cachorros. Estos residentes en la rúa Teo, al darse cuenta de que los felinos estaban muriendo de frío, pidieron bolsas de agua caliente y ropa para intentar subir la temperatura de los animales, pero solo pudieron salvar a dos. Estos fueron trasladados al refugio de Bando por el lacero, pero finalmente solo ha sobrevivido uno, un diminuto gatito atigrado que tiene que ser alimentado cada dos horas por medio de una jeringuilla, y que ha sido acogido temporalmente por una voluntaria del refugio de Bando.

Con la esperanza de encontrar alguna pista sobre el autor de este acto y poder así presentar la denuncia por maltrato animal, una vecina colgó carteles en contenedores y farolas de Almáciga pidiendo la colaboración ciudadana. Fuentes municipales indicaron que resultará muy difícil encontrar al responsable de este delito, pero se confía en la ayuda de las personas que hayan podido ver algo en la noche del domingo.

En la zona, los comentarios se inclinan a pensar que fue una persona de fuera del barrio, que se desplazó para arrojar la camada lejos de su casa y no ser localizada. Tampoco se descarta que pudiera ser alguien del barrio que utilizó las hojas del parque para ocultar a los gatos.