La nueva sede del Banco de Alimentos carece de congelador

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Xoán a . Soler

La entidad, que ahora ocupa una nave cedida en Vía Faraday, ve limitada así la recepción de productos frescos

24 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Banco de Alimentos de Santiago tuvo que abandonar la sede tradicional de su almacén en la Vía de la Cierva para trasladarse a una nave nueva en Vía Faraday, cuyo propietario accedió a darles cobijo a cambio de un alquiler simbólico. Con el traslado no fue posible llevarse todo el equipamiento ni las grandes estanterías, que permitían tener ordenados todos los alimentos.

Desde el cambio, realizado el pasado mes de julio, los 20 voluntarios del Banco de Alimentos «hacen lo que pueden, pero sin medios de conservación es difícil afrontar la llegada de productos frescos y congelados en grandes cantidades, y garantizar que llegarán en buen estado a las personas». José Pita, presidente del banco, confía en que «alguien nos ayude. Lo más urgente es una cámara de frío, donde podamos guardar los congelados y los productos frescos». Pita explicó que las empresas suelen llamar al Banco de Alimentos para entregar donativos, pero «si antes podíamos coger tres palés, ahora solo recogemos uno, porque no podríamos guardar el género para repartirlo, según las necesidades de las familias, en un tiempo que garantía la cadena de frío». Esta situación encarece considerablemente el coste del traslado de productos, y lo que es peor, «limita nuestra capacidad para dar respuesta a quienes lo están pasando francamente mal».

Si la falta de una cámara supone un problema grave, la carencia de estanterías tampoco es baladí. Los productos no perecederos se amontonan, por ahora, en grandes cajas de cartón, y «ponemos todos los paquetes de arroz o de pastas juntos», pero sin separar por cantidad o por otras características.

En cuanto al propio almacén, el presidente del Banco de Alimentos se mostró «agradecido» a los dueños de la nave, porque nos permitió conseguir un lugar para seguir «ofreciendo ayuda a las entidades». Se trata de una nave de dos mil metros cuadrados, ubicada en la Vía de Faraday, junto a la empresa Maderas Vázquez, firma a la que pertenece el almacén.

Doce mil personas

La entidad no reparte los alimentos directamente a las familias necesitadas, sino que entrega los lotes de productos a las organizaciones que trabajan más próximas a las personas y, por tanto, conocen las necesidades concretas. José Pita reconoce que el trabajo de las entidades sociales es «muy bueno», pero insiste en que «debe ser escrupulosas y trabajar con más coordinación» para evitar duplicidades porque los alimentos son «escasos y la necesidad muy grande».

Desde el Banco de Alimentos de Santiago se reparten productos para atender a unas doce mil personas del área de Santiago, de varios municipios del Barbanza y de A Estrada. Para abarcar todo este territorio, la entidad tiene que «agudizar» el ingenio, y mucho «más ahora que no tenemos donde conservar los productos. Queremos que las familias tengan alimentos frescos: pescado, carne, fruta, verduras; así que vamos más veces a buscar cosas, lo que encarece los costes».

Para engrasar esta maquinaria, la entidad cuenta con 20 voluntarios «mayoritariamente jubilados, que tienen sus achaques, y nietos que cuidar; así que hacen lo que pueden, que es mucho».

A estos voluntarios se suman otras personas, muchas de ellas estudiantes, que participan en la campaña de la Gran Recogida de productos no perecederos, que se volverá a celebrar el último fin de semana de noviembre en varios supermercados de Santiago y municipios cercanos.