Hojarasca

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Austed, como a mí, le sorprenderá la ingente cantidad de hojarasca que cubre las vías públicas y las zonas verdes de la ciudad. No recuerdo cosa igual. La sensación es pintoresca, un retrato de Compostela en algunos aspectos insólito, hermosísimo en muchos lugares privilegiados -?véase la fotografía realizada por Xoán A. Soler en el jardín de Fonseca, un lienzo fauve que frena el transcurrir de este tiempo otoñal en torno a la intimidad de la charla de dos mujeres-, un placer para la vista y para el caminar sobre una alfombra vegetal, pisadas no tan aceleradas estos días de medio gas. Sin embargo, hay que ponerse en el pellejo de los vecinos y comerciantes reiteradamente afectados por inundaciones como las de mediados de octubre - las más recientes-, y tanto bucolismo se viene abajo. ¿Se imaginan ustedes lo que puede ocurrir si descarga otra tromba de catorce litros por metro cuadrado en diez minutos con todas la alcantarillas y canalizaciones en superficie cubiertas por hasta medio metro de hojarasca como están ahora mismo? Hay que pensar dos cosas: que el gobierno local está seguro de que no ocurrirá antes de que la naturaleza haga su trabajo y el volátil revestimiento vegetal se esfume en el césped convertido en abono; o que, en medio de un desbarajuste de la gestión de servicios municipales, semejante acumulación de hojas en este otoño atípico ha desbordado el mantenimiento de zonas verdes y la limpieza de las calles. Uno ya no sabe a qué carta quedarse, pero viendo el arbolado caducifolio aún cargado y el asfalto abandonado a tanta frondosidad, se impone el refugio en la observación de las bellas estampas... y encomendarse al dios de la lluvia.