Salvaje compañía

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca antes como en las últimas horas, la edición compostelana de La Voz había tenido que realizar, en su fiel crónica diaria de lo que acontece, un ejercicio de periodismo bravo de tan grueso calibre. Pero no confundamos los papeles, en este escenario de salvaje actualidad, los civilizados son los bichos: esa manada de jabalíes que, plácidamente y sin poner en peligro ni al tráfico ni a los viandantes, se pasean arriba y abajo por las calles tranquilas del campus en la hora mortecina que llena de silencio las aulas. Observando esas imágenes indiscretas, a uno le viene a la memoria aquel no lejano vídeo de la familia de pata y patitos, publicado también por lavozdegalicia.es, que cruzaban civilizamente, por el paso de peatones, la avenida do Burgo das Nacións después de haber disfrutado -supuestamente, tan cochambroso se lo dejamos- del lago del Auditorio de Galicia. Y para colmar esta salvaje compañía, como aquella a la que Rivas dotara de atributos humanos y saliera indemne de ellos, esa pareja de lobos campando a sus anchas por Aríns, a un paso de la Compostela urbanita del Paxonal y El Corte Inglés, sin que se atisbe a su paso un rastro de sanguinaria fiereza. Lobos y jabalíes merodean por los aledaños de la capital de Galicia en busca de comida. Normal. Tan normal como su instinto de supervivencia. Y uno se pregunta cuál es el instinto que malconduce a ese ciclista borracho que, móvil pegado a la oreja, va dando tumbos por el túnel del Hórreo -recuérdese, vetado a bicicletas- poniendo en peligro su vida y la de los conductores que con él se encuentran. Un instinto nada animal: instinto destructivo, suicida.