Mecenas

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

26 feb 2017 . Actualizado a las 10:02 h.

Nos cuesta entrar en la cultura del mecenazgo. O nos compensan las desgravaciones fiscales o somos remisos a colaborar en la financiación de una buena causa, incluso cuando esta nos beneficia, directa o indirectamente, porque ayuda a sufragar la consecución de un bien común. Estamos acostumbrados a ceder toda la responsabilidad a la tutela de las administraciones públicas, de papá estado. Ya lo harán, que para eso pago impuestos. Pero una de las lecciones de esta crisis es la necesidad de la corresponsabilidad, cada uno según sus posibilidades, para perseguir objetivos sociales, de mayor o menor magnitud, cada cual según su querencia o su conciencia. Es inevitable. Los recursos públicos menguan y son los programas sociales los primeros que se resienten. Toca contribuir. No es nuevo y es el futuro. Nuestro entorno europeo más avanzado nos lleva décadas de ventaja. Del micro al gran mecenazgo, hay un amplio abanico. El suyo y el mío es el micro, pero tiene tanto valor como el macro de una gran empresa -no siempre son las que más se estiran pese a las proclamas de RSC- porque somos multitud. Si cada uno pone su granito de arena, si sumamos pequeños esfuerzos, alcanzaremos grandes objetivos. Nuestro oncólogo de cabecera Rafael López apela a la financiación colaborativa para alcanzar nuevas metas en la investigación contra el cáncer en el campo ya fructífero de la biopsia líquida. La Catedral nos pide ayuda para su mantenimiento y rehabilitación -los fondos públicos, aunque cuantiosos, no bastan-. Solo dos ejemplos en un mar de necesidades. Y nos aportan enormes rendimientos, sociales y personales. ¿O no?