Emilio Cao vive en Marrozos, una parroquia que no está incluida en el plan de impuestos cero, pero conoce bien los problemas de todo Santiago porque lidera la federación de asociaciones del rural, unidas históricamente por problemas comunes que dificultan la vida en 190 de los 220 kilómetros cuadrados de extensión del municipio. Cao reconoce que la ayuda económica del 13 % es generosa, pero todavía no compensa el encarecimiento de la construcción en las zonas rurales con la renovada Lei do Solo. Hace falta dinero «e tempo», porque cualquier valiente ha empleado «tres anos» para sacar adelante los trámites urbanísticos. Con todo, no es el peor problema de las parroquias despobladas. La movilidad en autobús público es un verdadero infierno y la dependencia del coche particular es total, porque en casos como el suyo la diferencia de tiempo para llegar al polígono del Tambre es de diez minutos o de una hora.
¿Recomendaría Cao a cualquier joven o familia numerosa asentarse en el rural? «Depende», afirma. El presidente de Ferusa considera que en las parroquias se vive mejor que en las localidades metropolitanas de otros concellos que son, en realidad, los lugares que se han podido pagar los jóvenes que se acercaron a la ciudad. El camino inverso también tiene sus matices: «Se tes pensado construír un chalé con muros e non vas implicarte na aldea é mellor non vir ao rural», le recomienda a los urbanitas que se pudieran sentir atraídos por esta rebaja de impuestos. Cao explica que en el rural «a xente colabora», bien sea para organizar unas fiestas o «para levar aos nenos ao colexio». A pesar del cierto orden que se divisa en las tierras del entorno compostelano, no cree que exista futuro en la agricultura o la ganadería: «A xente planta para o autoconsumo, pero as leitugas sáenlle máis caras que no súper. Iso si, son mellores».