El joven que arrancó un trozo de oreja a otro se arrepiente y le pagará 7.000 euros

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Xurxo Melchor

Aceptó su culpabilidad y una pena de dos años de cárcel que no tendrá que cumplir si paga la indemnización y no vuelve a delinquir

27 abr 2017 . Actualizado a las 14:55 h.

Hay acusados arrepentidos de verdad y otros que solo aceptan su culpa para lograr que el fiscal les rebaje la pena. Antonio Vega Echevarría es de los primeros. El 1 de diciembre del 2014, a las nueve de la mañana, se peleó con Mohamed Fathallah en la Academia Postal de Santiago y de un mordisco le arrancó un trozo del lóbulo de la oreja izquierda. La deformidad que sufrirá el resto de su vida la víctima agrava el delito y el fiscal le pedía cuatro años de cárcel y una indemnización de 6.000 euros.

El caso fue ayer a juicio en la sección compostelana de la Audiencia Provincial y Vega estaba nervioso ante la posibilidad de poder incluso entrar en prisión. En vista de su arrepentimiento real y de que había consignado ya mil euros como primer pago de la indemnización que estaba dispuesto a abonar al joven al que agredió, el fiscal aceptó aplicarle el atenuante de reparación del daño y rebajarle la pena de prisión a solo dos años. Eso sí, deberá abonar un total de 7.000 euros de indemnización, así como las costas del proceso.

El magistrado que presidió el tribunal, José Gómez Rey, como hace siempre en estos casos, advirtió al joven que para eludir la pena de prisión, que le ha quedado suspendida, deberá abonar toda la indemnización. Le han permitido hacerlo en cuotas mensuales, pero no podrá alegar que carece de fondos para hacer frente a su responsabilidad. «Me ha quedado claro», señaló Vega Echevarría. Tampoco podrá delinquir en el plazo de dos años. «Y tenga en cuenta que conducir bajo los efectos del alcohol es ahora delito y podría cumplir esta pena y la que le caiga», le informó el juez con su tono siempre distendido y cercano.

Al final, Antonio Vega y sus padres, que le acompañaron y aconsejaron en todo momento, respiraron tranquilos. «Ahora ya depende de ti que no tengamos que volver aquí nunca más», le decía su padre en los pasillos antes de entrar a la vista. El joven parecía escarmentado y con pocas ganas de pasar un mal rato como el que enfrentó cuando se enteró que el fiscal le pedía cuatro años de cárcel. «Todo el mundo merece una oportunidad», señalaba su madre. Y, a él, la Justicia se la ha dado.