Pustovyi alarga su idilio con Sar

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

Amplía contrato hasta el 2019 y promete «seguir dándolo todo»

24 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer curso de Artem Pustovyi en el Obradoiro acabó con dudas. Fue de más a menos. Esta temporada ha seguido una trayectoria inversa, hasta consolidarse como el cinco titular del equipo. Ha promediado 9.3 puntos, 3.3 rebotes, 1,1 tapones y 9 de valoración en 19 minutos. Y quiere seguir creciendo en Sar. Llegó en calidad de cedido por el Khimik de Ucrania por dos temporadas y una tercera opcional. Y las tres partes se han puesto de acuerdo para extender la relación contractual hasta junio de 2019.

El pívot tiene claro que la clave de su evolución está en el trabajo: «Los entrenamientos con el equipo y los individuales hacen que mejore. Intentaré seguir en la misma línea, dándolo todo en cada sesión y en los partidos».

También le atribuye un alto porcentaje de su trayectoria a Víctor Pérez, ayudante de Moncho Fernández que se encarga del trabajo específico con los pívots: «Son muchas horas conmigo desde que llegué y es uno de los principales culpables de que juegue cómo he venido haciéndolo. En cierto modo, es como mi padre baloncestístico».

Víctor Pérez apunta en la misma dirección que su discípulo, del que destaca la predisposición al trabajo. Pero también llama la atención sobre un aspecto: «Es su segundo año con nosotros. Nos conocemos más, conoce mejor el juego y la ACB, y a los rivales. Venía de ganar 36 partidos de 36 en Ucrania. Se ha encontrado con una competición distinta, con otras exigencias. Y ha mejorado su físico».

El técnico santiagués cree que «para crecer es bueno seguir en el mismo sitio, y encara ya su tercer año. Tiene que seguir mejorando. Estoy convencido de que no se ha visto su tope. Y ya es un jugador importante en esta Liga».

Víctor Pérez y Artem Pustovyi forman un tándem bien compenetrado. Hay un episodio de esta temporada que resulta ejemplificador de esa buena química y del trabajo de ambos, sin perder de vista los pequeños detalles.

Del tiro al plato al tiro libre

En el partido de Badalona, clave para la permanencia, Pustovyi marró dos tiros libres a falta de tres segundos para el descanso. Y no es un mal lanzador desde la línea de 4,60 metros. Víctor le preguntó y el pívot reconoció que le había podido el peso del encuentro. De vuelta en Santiago el técnico buscó un paralelismo que venía al caso, tras recordar una historia relacionada con el tiro al plato. Se clasificaron para la final tres deportistas, tras firmar 90 disparos sin fallo.

En el 91, el primero acertó; el segundo falló, el tercero acertó. En el 92, se repitió la secuencia. Hasta el 99 no hubo fallos. Y en el 100, el primero hizo blanco, el segundo también y el tercero, antes de disparar, cambió sus rutinas. Falló. Nada más concluir la competición le dijo a su entrenador: «Cometí un error de principiante, creer que el último tiro era el más importante».

Víctor Pérez le propuso a Pustovyi que hiciese series de diez tiros libres, y que intentase completarlas sin fallo. Si cometía algún error, tenía que acabarla igualmente y empezar otra. Al principio, cuando erraba alguno de los primeros ensayos, se dejaba ir. Pero no era ese el objetivo, sino reparar en que todos los lanzamientos resultaban igual de importantes. Tras aquel choque en Badalona, Pustovyi convirtió 20 de los 23 que intentó. En Valencia, en el último entrenamiento, hizo su serie de diez. Falló el primero. En la segunda firmó diez de diez. Y en el partido, seis de seis.

Esa actitud del ucraniano, siempre dispuesto a trabajar y asimilar, es la cualidad que más destaca Víctor Pérez. Sin olvidar otras, como «la coordinación, la movilidad y el buen manejo de las dos manos». Por contra, el técnico indica dos frentes en los que cree que hay margen de mejora: «Normalmente, y aunque parezca un contrasentido, los jugadores más altos no son los que mejor rebotean. Pero tiene que conseguir más capturas. Y, si bien esta campaña ha mejorado, creo que también debe ir a más en su capacidad de intimidación».

Pustovyi disfruta de sus vacaciones desde ayer. Por delante tiene la participación en un «training camp» de la NBA y con la selección en el Campeonato de Europa. Y antes de partir, preguntado respecto a si se veía ya como un ídolo entre la afición de Sar, comentaba: «No lo sé. La gente es muy cariñosa conmigo siempre, antes y después de cada partido, y cuando me ven por la calle. Yo también les tengo un gran cariño. Pero ídolo... Quizás para los niños».