Medievales

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

02 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Probablemente, el entorno de la Catedral en el medievo no tendría mucho peor aspecto que el Franco o la Raíña ahora, poco después de una medianoche de verano. En aquellos tiempos sin la higiene de la modernidad urbana, incluso tenían alguna ventaja: al menos los mercaderes y peregrinos no debían soportar a los ruidosos camiones de la recogida de basura entre las terrazas donde los sufridos ciudadanos del 2017 acompañan los sorbos de sus copas con bocanadas de pestilencia. La de la basura acumulada a las puertas de los locales hosteleros y los vehículos de Urbaser sobresaltando el relax noctámbulo no es la rutina ni la postal deseable de la Compostela patrimonio de la humanidad. El problema se agrava en la medida que el calor exacerba los (malos) olores y crece la dimensión humana de la noche, por la cada vez mayor presión turística y el aumento -aunque al sector le cueste reconocerlo abiertamente- de la actividad hostelera, afortunadamente, porque visitantes y vecinos tienen menos miramientos con sus bolsillos que hace nada y los bares y restaurantes van como un tiro. Pese a la relevancia del problema, en la última década apenas se ha avanzado. A los dos horarios de recogida nocturna de basura se sumó el año pasado la compactadora de Fonseca, en una segunda oportunidad tras el fiasco anterior, que va camino de repetirse. ¿Por qué? Infrautilización por comodidad. Es más fácil acumular la basura a la puerta hasta que pase el camión, aunque tarde una hora o dos en pasar. El Concello debe introducir mejoras en el servicio, pero si los usuarios no ejercen su responsabilidad, seguiremos como en el medievo, o peor.