«O mellor cliente é, por fiel, a muller, compra un só cupón, pero a diario»

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol ARZÚA/ LA VOZ

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Juan Jesús Rey, vendedor de la ONCE de Arzúa, se jubila tras 20 años despachando suerte en muchos concellos

14 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan Rey es la alegría de la huerta. Él mismo dice que «nacín no barrio máis garboso de Arzúa», Y ya sea porque se crio en A Fraga do Rei, porque lo lleva en los genes o porque es su actitud ante la vida, pero con su manera de ser, este vendedor recién jubilado de la ONCE se ha ganado el aprecio de la gente que lo conoce. Y eso es «todo o mundo», afirma el hombre, que despachó ilusión entre vecinos de infinidad de concellos desde que empezó a rodar como lotero en Serra de Outes. Fue en verano, veinte años atrás, tal y como recuerda Juan, que, en sus inicios como hombre del cupón, pateó tantos municipios como recorre la AP-9 de Santiago a las Rías Baixas coruñesas. Noia, Muros, Padrón, Boiro, Teo, Ames, Rianxo y Ribeira fueron su primer destino itinerante como vendedor de lotería.

Hasta ahí llegó por empeño y desesperanzado. Se había quedado sin trabajo en un aserradero de madera en su Arzúa natal y tras incorporarse como feriante al negocio de venta ambulante de sus padres, probó suerte en la ONCE aconsejado por un vecino de Melide que había trabajado para la organización. Se plantó en las oficinas de A Coruña «e botáronme fóra», cuenta para recordar que «tomeino tan a peito que lles escribín unha carta ofrecéndome, e cal foi a miña sorpresa que, en xullo de 1977, chamáronme. Logo de sete anos, nin me acordaba». Es una de las anécdota públicamente confesables que comparte Juan, al que pronto le asignaron las comarcas de Arzúa, Melide y Ordes para la venta ambulante del cupón. De esos años, atesora muchos de los momentos que se calla por una prudencia de la que despista su carácter abierto y dicharachero.

En cualquier caso, carecen de importancia porque de todas concluye que «nunca tiven problema ningún». Ni cuando, años atrás, fue concejal del PP. «Sempre fun de pobo, nunca de partido», afirma Juan Rey, que ilustra la ausencia de rencillas políticas con el ritual que implantó en los plenos cuando era concejal. «Antes de que empezasen, sentábaos a todos e vendíalles o cupón para o día seguinte», cuenta. Además de los políticos locales, encontró clientela fija en el sexo opuesto. Asegura que «o mellor cliente é a muller porque é moi fiel, compra un solo cupón, pero todos os días». No fallan ni cuando vienen mal dadas. Como en los años de crisis, que «nos afectou moitísimo», apunta. «Pasamos de vender tranquilamente 300 cupóns a 150», explica.

«O que nos salvou foron as feiras», prosigue Juan Rey, que cuenta que en las que se celebran el 8 y el 22 de cada mes en Arzúa «vendes nun día para case unha semana». Después de 20 años a pie del cañón, los últimos 13 en el puesto de venta fijo que la ONCE le asignó en su localidad natal, el ya ex lotero dice que lo único que echa de menos del trabajo «é a relación de todos os días coa xente» y a toda la de «as comarcas de Arzúa e Melide quero mandarlles un agradecemento moi grande porque vivín ben a conta deles». Y eso que nunca dio un premio memorable. Lo más parecido «foi un gordo de fin de semana ao fillo dun coñecido hostaleiro de Arzúa, pero a alegría durou media hora porque o número era para outro día», recuerda. Y bromea, parafraseando a un cura que hacía lo propio con él, cuando cuenta que la esquina en la que vendía el cupón en pleno centro urbano de Arzúa «é unha piscina na que todo o mundo nada porque nada toca».

Relevo. Juan Rey le cedió el testigo en el puesto de venta de lotería en Arzúa a Manuel Vázquez Veiga, un vecino «con experiencia e moi bo».

Homenaje. Se lo rendirá el 18 en Padrón la ONCE, donde «tenemos mucha pena por perder una muy buena persona y gran vendedor», dice el inspector de zona.