Un matrimonio camina con 99 años hacia los 68 de casados

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol ARZÚA / LA VOZ

BOIMORTO

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Carmen López y Ramón Mariño comparten una historia que nace con cartas en plena Guerra Civil

25 may 2017 . Actualizado a las 22:23 h.

La de Carmen López y Ramón Mariño es una historia de guión cinematográfico. Como tantas que se llevaron a la gran pantalla para narrar las miserias de la guerra civil y ulterior dictadura. Pero es la de ellos y la privilegiada memoria de Carmen permite compartirla en un gesto generoso que esta familia de Boimorto regala con motivo del aniversario de Ramón, que ayer cumplió 99 años, los mismos hacia los que camina ella para celebrar en noviembre. A las puertas del centenar, el hombre aún conserva el porte garrido y el gesto caballeroso ante los que cedió ella, luego de ignorar el buen puñado de cartas que él le escribió desde el frente, a donde se fue por voluntad propia con los nacionales.

«No le contesté a la primera», comenta Carmen, que habla con dolor del bando de los sublevados. «Nos llevaron todo», cuenta la mujer, de una conocida familia de Arzúa -los Tarazona- que, en aquellos años, regentaba una provechosa carnicería que daba «mucho trabajo», pero permitía tener «de todo». Y a todo renunció la mujer cuando la vida le cruzó en el camino a Ramón, que confiesa que «me custou conquistala». Se casaron, de hecho, a los treinta, una edad en la que, en aquellos años y de no haber pasado antes por la vicaría, confinaban a vestir santos. Pero A Milagrosa - como así llamaban a Carmen «porque o seu pai dicía que facía unha moza moi milagrosa e, en verdade, era moi guapa», recuerda él- cayó rendida a los encantos de Ramón, que en el ejército había hecho carrera como sargento.

«Era muy educado y con muy buen tipo», cuenta ella. «Y yo como era boba, desde que nos casamos me metió aquí y aquí me tiene», prosigue la mujer, que, además de excelente el recuerdo, retiene en la mirada la belleza que se intuye que tuvo y las ganas de seguir peleando. Todavía hoy organiza la casa y lee a diario para saciar sus inquietudes esta mujer de personalidad independiente, labrada de sacrificios y de amor... por su marido, que recita como el mejor regueifeiro las mil y una coplas y canciones populares que aprendió en las rutas que hizo por toda España como tratante de mulas, y por los cinco hijos que tuvo la pareja, que en septiembre celebrará 68 años de matrimonio.

Los comienzos en la casa paterna de Ramón en O Priorato, un emblemático inmueble de la parroquia de Dormeá al que está vinculada la historia de Boimorto y la propia de la familia, no fueron fáciles para ella. «No había ni luz, ni teléfono, ni coche», recuerda Carmen que extrañó de Arzúa. También echó en falta la faena detrás de un mostrador, «donde sabía desenvolverme», indica. Y hasta que montó su propio negocio en la aldea natal de su marido, un ultramarinos del que aún se conserva el mobiliario en la vivienda ya propia del matrimonio, no fue del todo feliz. Lo compaginaba con el despacho postal que le asignaron a Ramón al aprobar la oposición como cartero. Y con el cuidado de sus hijos. Y con el mimo a él, para el que, afirma, «sigo queriendo lo mejor».