Gloria, la mujer que alimentó a generaciones de escolares en el rural

Natalia Rodríguez Noguerol
Natalia Noguerol MELIDE / LA VOZ

MELIDE

N. R. N.

El centro educativo estrenó con ella al frente el servicio de comedor, que perdió en tres décadas un centenar de usuarios

04 jun 2017 . Actualizado a las 23:18 h.

Las buenas costumbres no se pierden. O no deben perderse. Y mucho menos donde se inculcan buenos hábitos y valores: en casa y en el colegio. Y en el de Toques hay una tarea que los alumnos desempeñan desde que el centro dispone de comedor. Y eso hace tanto como 38 años. Los mismos que al frente de la cocina cumplió Gloria Varela, que colgó hace unos días el uniforme para disfrutar de una merecida jubilación. «O de agora non é traballar», dice la mujer, que comenzó preparando comida para 130 escolares y en el último curso hizo lo propio para solo una treintena. Lo único que no cambió desde el primer año de comedor es que son los chavales quienes ponen y retiran los platos y cubiertos de la mesa y, entremedias, sirven la comida. «Dálles a vida», afirma Gloria. Eso es. Aprenden.

Esta vecina de Toques que lleva alimentado, además de a sus cuatro hijos, a unas cuantas generaciones de paisanos recuerda la dureza del trabajo cuando empezó. De hecho, cuenta que cuando se ofreció la plaza «tivo a opción de entrar moita xente que daquela non quixo porque o traballo lles poñía medo». Sin embargo, «eu necesitaba os cartos» y con lo que «sabía do que lle vira á miña nai na cociña» se puso el mundo por montera hasta el pasado día 24, que fue cuando dejó de trabajar. «Díxenme, empezar empezo; a marchar teño tempo», cuenta. Arriesgó, «e saíu ben», remacha. Atrás quedaron «ben horas» de trabajo. Ni las cuenta. «Cando acababa, marchaba para casa e nada máis», comenta cuando recuerda que «empezei sen lavalouzas, sen peladora e sen nada». Hasta 25 kilos de patatas había que pelar cuando tocaban para acompañar en el menú del día. Ella solita lo hacía.

Así es que a Gloria no le asusta tener que preparar el banquete para la tropa de comensales que reúne en casa el día de San Antolín, patrón de la conocida parroquia toquense de A Capela, donde reside. «Aínda que se hai quen prepare a festa, mellor», afirma alegremente. Entre dos aguas también navega con la jubilación. Confiesa que «si bota de menos» el trabajo en el colegio de Toques, pero «aínda que podía seguir -se jubila con 65 años- tamén hai que descansar». De lo que no alberga dudas es de que «volvería porque quedei contenta». Más importante que todo el trabajo que cargó a la espalda estando al frente de los fogones de la cocina escolar se lleva «moi bos recordos e o cariño de todos».

«Sempre me apreciaron e me trataron como a unha compañeira máis». Ahora que «penso que eu a eles tamén os tratei sempre ben», apunta. Y el cariño que sembró la cocinera durante casi cuatro décadas le viene ahora de vuelta. De profesores que impartieron clase en el colegio de Toques «que me mandan saúdos» en cuanto tienen la ocasión, de adultos a los que vio crecer en el colegio «que me falan pola calle».... y de la comunidad educativa en general, que hoy se reunirá en el polideportivo municipal con motivo de una comida organizada en homenaje a Gloria para agradecerle su más de media vida de servicio. Merecido reconocimiento a quien dejó buen sabor de boca hasta en los malos comedores.

Como Alejandra, una antigua alumna del colegio de Toques, hoy ya una mujer, que recuerda «o boa que era e o ben que cociñaba». Y se le viene a la cabeza la sopa que le servían en el comedor, donde el plato preferido de los chavales era, en los primeros años del servicio, los macarrones con carne, según recuerda Gloria. Hoy han cambiado. Son la costilla y los filetes empanados. El caso es que en el comedor escolar de Toques «sempre se comeu de todo e sempre houbo para repetir». Lo único irrepetible es la cocinera.

Gloria llegó a pelar hasta 25 kilos de patatas al día cuando tocaban

en el menú

«Aquí sempre se comeu de todo e sempre houbo

para repetir», cuenta la cocinera