«O problema non son as vacas, que toda a vida cruzaron o río»

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

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El titular de la granja cercana a la playa fluvial de Melide defiende que su ganadería nunca causó un vertido en el Furelos

21 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La insuficiente calidad del agua en la playa fluvial de Melide, que corre el riesgo de que se cierre al baño este verano, ha puesto en el punto de mira su granja y, en particular, una práctica que recuerda desde que era niño como es que las vacas crucen el río Furelos para ir a pastar a las fincas que tiene en la ribera del cauce a su paso por el vecino municipio de Toques. Es una rutina estival, no diaria, que viene tan de viejo que le resulta sorprendente, inexplicable, que se haya señalado a las reses como posibles causantes del vertido denunciado la semana pasada por el Concello melidense y por la Asociación de Troiteiros Río Furelos.

«Iso non foi nin é das vacas. Toda a vida cruzaron o río polo paso», afirma el ganadero, propietario de una explotación láctea con una treintena de reses en el lugar de Petos, a unos cuatrocientos meses del área recreativa de Furelos. Además, cuenta, «ese día, cando botei as vacas, eran as doce do mediodía, xa baixaba o río atoldado». Desde entonces, el ganado de este vecino de Melide no ha vuelto a pastar en las propiedades que tiene en la orilla del río Furelos en Toques, donde está pendiente de colocar las cintas que los técnicos que desplazó Aguas de Galicia para levantar acta de lo sucedido le recomendaron instalar para evitar que las vacas se acercasen al cauce.

Un remedio que para el ganadero no soluciona el problema, toda vez que «se teñen sede, non hai cordón de pastor que as torne», afirma. Y menos en días de calor como los que están cayendo. Al hilo de la medida, la pregunta que le hace el hombre a la administración es «se as vacas poden ou non beber no río. Iso é o que queremos saber. Pero que me aclaren se poden facelo todas, e non unhas si e outras non, como me dixeron. Se non poden ir, que mo digan claro: non poden beber as vacas no río. E de ser así, xa me dirán que lles fago porque deixalas pasar sede é maltrato animal».

Porque a cubrir esa necesidad básica, y especialmente necesaria en reses productoras de leche, es a lo que cuenta este ganadero que se meten las vacas en el río cuando pastan en las fincas que tiene en propiedad en la ribera del Furelos. «As vacas estaban no río, é verdade, pero é mentira que botaran toda a mañá de Toques a Melide e de Melide a Toques conducidas polo seu dono. Unha cousa é que o cruzaran e outra que andiveran de recreo polo río», protesta. A la espera del resultado de las muestras tomadas por Augas de Galicia, espera que en el incidente se quede en una anécdota. Y deposita su confianza en el hecho de que utilizar el río como zona de paso y de avituallamiento de los animales «nunca foi problema», como dice su padre. Siempre se hizo «e o río estaba limpo» añade el hombre. Cierto es que el agua de la playa fluvial de Melide pierde en calidad desde hace solo un par de años.

Un paso en el que desemboca el Martagona

 

 

En el paso fluvial donde cruzan las vacas de este ganadero de Melide para ir a pastar a fincas ubicadas ya en Toques desemboca en el río Furelos el Martagona, un pequeño afluente del primero que recoge las aguas residuales de una zona del casco urbano de Melide. Y, precisamente, en deficiencias en la red local de saneamiento no descartan en Augas de Galicia que esté el origen de los picos de contaminación que se detectan en el río Furelos. Es una hipótesis que siempre señalaron como la más plausible en las filas de la oposición municipal desde el grupo del PSdeG, muy crítico con la gestión del servicio por parte del gobierno que encabeza la alcaldesa del PP Dalia García Couso.

En cualquier caso, este vecino de la aldea de Petos, señalado a causa del último vertido, testimonia que el río Martagona «tamén ten baixado alodado», al igual que el Furelos «moitas veces». «¿De onde vén», se pregunta. «Non o sei, nin me dedico a iso para ir mirar de onde vén», añade para instar la hilo a las autoridades competentes a que «vaian río arriba coller as mostras; non se pode botar a culpa a esta explotación cando o río baixa xa lodo».

El afectado insiste en que es la primera vez que la familia se topa con este problema -su padre y su abuelo ya eran ganaderos- y antes «había máis vacas ca hoxe; tiñamos menos cada un, pero tiñámolas todos». Y nunca causaron un vertido. En su caso, ni siquiera de purín. «Cando abono as fincas que teño ao lado do río, deixo uns metros sen botarlle», cuenta.