«Empecé vendiendo por las ferias a pie lo que me entraba en un bolsito»

Carla Elías Martínez
Carla Elías CABANAS

O PINO

JOSE PARDO

Ramón Martínez lleva más de veinte años asistiendo al Feirón do 21 de Cabanas

22 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No tenía ningún puesto y recorría los pueblos de Galicia andando, por lo que tampoco contaba con mucha mercancía. Solo fuerza de voluntad y ganas de ganarse la vida. Así empezó en el mundo de la venta ambulante hace más de cuarenta años Ramón Martínez Fernández, vecino de San Mamed de Ferreiros, en el Concello compostelano de O Pino. Ahora echa una mano a su hijo, Daniel Martínez, que asumió el puesto hace año y medio y Ramón, de 67 años, pasó a la jubilación. Ayer no faltaron una cita a la que no fallan desde hace más de veinte años, el centenario Feirón do 21 de Cabanas que cumplió 106 años.

«Empecé vendiendo por las ferias las cosas que me entraban en la mano y en un bolsito. No tenía puesto, iba de uno en uno a que me compraran algo», explica Ramón. Poco a poco este duro trabajo fue dando sus frutos y pudo ir haciendo hucha para mejorar su futuro. «Como no metía el dinero en borracheras fui juntando el dinero para poder poner el puesto», destaca.

Así se convirtió en uno de los vendedores emblemáticos de las ferias y mercadillos gallegos. Al principio llevaba artículos de poco tamaño. «De aquella como llevaba las cosas en la mano eran muy menuditas, de ferretería, cuchillos pequeñitos, papel de alumino y cosas de esas», recuerda. Ya con el puesto empezó a vender además productos de artesanía propios. «Hago tablas de madera, unos banquitos, cestos, pero poca cosa», apunta quitándole importancia. ¿Cómo aprendió? «Yo soy gallego auténtico y los gallegos auténticos sabemos hacer de todo. ¡Si hasta hice una casa yo solo! Hago lo que haya que hacer», exclama. Su hijo Daniel destaca mucho más el trabajo de su padre. «Hace artesas antiguas que se utilizaban para meter bollos de pan, baúles, saleros donde se mete la comida cuando se mata el cerdo..», indica. Y recalca la labor de cestería. «Cestas de toda la vida artesanas de mimbre, de castaño, para recoger las patatas, de coger la leña y amontonarla...».

Daniel tiene 28 años aunque empezó en este mundo con 16 años. «Llevo toda la vida andando con él», indica. Al cumplir la mayoría de edad cambió radicalmente de oficio y empezó a trabajar en peluquería hasta los 24 años. Ahí retomó la venta ambulante hasta que asumió el puesto como autónomo con la jubilación de su padre. «Estoy encantado con que mi hijo haya seguido mis pasos porque sino habría que tirar con todo esto», agradece Ramón. Su hijo continúa también con el mismo espíritu del puesto aunque ha ido introduciendo nueva mercancía y modernizándola. «Tengo sillones de mimbre, zapatos de ir a la playa, y muchas cosas de ferretería como fouciños, gavillos, fouces...», describe. Y su padre recalca que toda la variedad actual les da buenos resultados. «Esta feria ha ido bien de ventas pero nosotros vendemos bien porque tenemos de todo».

«Había animales»

¿Ha cambiado en algo el feirón centenario de Cabanas? «Hace más de veinte años que vengo y era similar. Aunque antes aquí hubo muchas más cosas, había animales, aunque yo eso ya no lo viví», recuerda. El hijo destaca la buena acogida de la comarca durante los meses estivales. «Cabanas por el verano, junio, julio y agosto, es cuando atrae gente y se vende algo, el resto del año está bastante pobrecita. Pero estos tres meses que empiezan son los mejores, sobre todo en las zonas costeras como esta, donde viene gente de fuera».